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MASSA PRESIDENTE, UNIDAD NACIONAL Y CLASE TRABAJADORA

 


Los socialistas de la Izquierda Nacional que integramos Patria y Pueblo convocamos a la gran masa del pueblo argentino, en especial a la clase trabajadora, integrantes del movimiento obrero y movimientos sociales a votar por Sergio Tomás Massa, candidato de Unión por la Patria, en el balotaje del domingo 19 de noviembre de 2023.

 

Instamos también a mantener un estado de alerta y movilización contra cualquier intento oligárquico de declarar fraudulento el comicio ante un triunfo de Massa.

 

Hacemos este llamamiento porque ante la posibilidad de un triunfo de Javier Milei la Patria misma estará en verdadero peligro. Semejante triunfo sólo puede terminar en una crisis general severa y persistente, con resurgimiento de las peores formas de la violencia política. No será solamente económica; abarcará todos los planos de la existencia de la nación.

 

Estaremos en riesgo de disolución, superior al que la acechó bajo Menem y de la Rúa tras el asalto fraudulento al poder por el librecambista antinacional Domingo Cavallo y su programa de dolarización encubierta llamado "convertibilidad". Superaría ampliamente el riesgo en que nos colocó el vendepatria Mauricio Macri en su cuatrienio de endeudamiento, desguace de la capacidad del Estado, y demolición de miles de pequeñas y medianas empresas, que culminó tomando una deuda monumental y en condiciones extorsivas con el Fondo Monetario Internacional. Javier Milei es el candidato del más antinacional bloque de poder que haya surgido en la Argentina desde que Sarmiento, con apoyo del país interior, reemplazó al porteñista neto Mitre en la Presidencia.

 

Tras el paso de Macri por el poder el préstamo con el FMI colocó la salud financiera de la república en manos de una minúscula pero poderosa casta de ladrones de guante blanco, contrabandistas, agroexportadores pampeanos, financistas, prestamistas y banqueros. Esa casta, la única casta real de la sociedad argentina, organizó y lanzó la candidatura del alucinado reaccionario Javier Milei, y tiene verdaderas posibilidades de alcanzar la Presidencia de la Nación sumándole, a los fines represivos, una representante directa de los asesinos y genocidas de 1976 como Vicepresidenta.

 

Macri es el principal responsable de la aparición de Milei, y no es una casualidad que ahora se le haya aliado. En materia de jibarización del Estado es su principal precursor. Desde la pérdida de las capacidades de control (ejercicio que, dicho sea de paso, empezó en los lejanos años en que empezó a gobernar la CABA) hasta la reducción a Secretarías de Ministerios como el de Salud y el de Cultura, los antecedentes de la destrucción del Estado propuesta por Milei están ya en Macri.

 

Ante las elecciones, y apostando a la desesperación de vastas capas sumidas en la miseria que ellos crearon y promovieron, se montaron sobre la angustia de sectores cada vez más excluidos y descreídos tras largos años de promesas incumplidas o cumplidas a medias. No nos ocultan sus planes, ni siquiera los más delirantes y perversos. Los convirtieron en eje de un debate público extravagante, surrealista y siniestro.

 

Una restauración oligárquica no es algo nuevo en los cuarenta años de democracia que empezaron con Raúl Alfonsín: condicionada y vasalla, pero aun así completamente defendible frente a lo que Milei nos plantea.

 

Sin embargo, esta vez los propulsores de la llegada de Milei al gobierno se envalentonan, a hombros de la serie de calamidades que debió enfrentar el gobierno de Alberto Fernández después de asumir.

 

Por un lado, el tétrico legado inflacionario, de desindustrialización, bajos salarios y desempleo de Mauricio Macri, con creciente informalidad laboral, una invasiva exclusión social, y una oposición implacable que se atrincheró en un poder judicial que funciona como un verdadero ejército de ocupación.

 

Por otro lado, además, en estos cuatro años sufrimos la epidemia de Covid, la guerra en Ucrania, el alza consiguiente de precio de los combustibles, la sequía más grave del último siglo, y la inflación mundial.

 

En ese enfermizo caldo de cultivo prosperó la ideología nihilista de un enemigo confeso de la noción misma de sociedad, Javier Milei. Al amparo del embrutecimiento general del debate político promovido ya bajo el macrismo por las usinas de noticias falsas, las persecuciones, los encarcelamientos indebidos y las denuncias judiciales sin sustento ante tribunales prevaricantes.

 

Hay que agregar que Milei tuvo un inesperado aliado objetivo: el cascoteo y desorden político permanente de un gobierno en interna desaprensiva que llevó a millones de argentinos a creer, por ejemplo, que había sido Alberto Fernández, y no Mauricio Macri, quien tomó la deuda con el Fondo Monetario Internacional. La confusión fue mayúscula, y colaboró con él.

 

Esa interna desaprensiva difundió además un injustificado balance negativo sobre un gobierno que si bien no logró sacarnos del pozo en el que Macri nos había hundido sí consiguió sostener el nivel de empleo, recuperar miles de puestos de trabajo, incrementar la producción industrial y sentar las bases materiales de un cercano futuro mejor.

 

Ahí están el gasoducto Néstor Kirchner, la promoción de la explotación de Vaca Muerta y la exploración de diversas áreas (incluido el petróleo mar adentro de las costas de Mar del Plata), el incremento de la inversión en Ciencia y Técnica, la cadena productiva de baterías de litio, la suba del presupuesto educativo del 6 al 8% del PBI, y muchos otros emprendimientos y medidasA condición de que repudiemos a Javier Milei, ese futuro llegará antes de lo imaginado, la inflación cederá a medida que aumenten las reservas y el Banco Central pueda poner en caja a la runfla financiera.

 

El aspecto enloquecido de las propuestas de Milei no hacen sino dar la medida de la putrefacción social de la vieja oligarquía a partir de su maridaje indisoluble con los sicarios de uniforme que le hicieron la tarea sucia y sangrienta a partir de 1976. El apoyo que ella le ha dado demuestra a su vez que ya ha perdido todo contacto con el país sobre el cual asienta la renta inagotable que se apropia.

 

Milei no es distinto de Macri, es un Macri que "ya no necesita esconderse más". Sus públicamente conocidos rasgos antisociales de personalidad están lejos de ser una casualidad: reflejan la distancia intergaláctica que existe entre el interés general o el bien común y las clases a las que representa y lo ayudaron a llegar al sitial en el que se encuentra hoy.

 

No creamos que Milei vaya a moderar sus posturas enloquecidas porque Macri lo haya apoyado. Milei es un Macri desenfrenado, representa y verbaliza los deseos más profundos de Macri, es decir los de esas clases sociales, liberados de todo control.

 

La dolarización -que, repetimos, tuvo en la convertibilidad su ensayo general y no es cierto que no sea factible, a condición de derramar suficiente cantidad de sangre- cumplirá la intención de Macri de llevar sueldos y jubilaciones al sótano mientras, a precios locales, la deuda externa y los precios llegarán a la estratósfera y el país perderá su soberanía monetaria.

 

Al mismo tiempo, Milei, para quien Al Capone y los contrabandistas son héroes civiles, permitirá con esa medida el ocultamiento total del dinero del crimen: corrupción, narcotráfico y trata de personas verán un florecimiento mayor aún que el que azota hoy a Rosario o que se cargó un candidato presidencial en Ecuador.

 

El arancelamiento de la educación y la salud nos dejará no ya sin movilidad social ascendente, sino encerrados en una violenta sociedad donde los servicios serán para muy pocos.

 

La venta libre de armas cuadra perfectamente con esa perspectiva de violencia y criminalidad crecientes. Además permitirá simplificar la provisión de cuerpos y órganos para el mercado y la trata a que Milei quiere someternos (y ciertas amistades de Macri han practicado ya en el campo de la prostitución y las drogas). No sólo en las escuelas, en cualquier barrio y cualquier calle habrá tiroteos contidianos si gobierna Milei.

 

Por supuesto, muchos compatriotas terminarán sintiendo vergüenza de ser argentinas o argentinos, tal como la sienten Milei o Macri hoy aunque por motivos opuestos. Ése es su objetivo de máxima: debilitar de raíz el patriotismo espontáneo de buena parte de los generosos hijos e hijas de este gran país. No los representarán la bandera ni el himno, capturadas simbólicamente por una banda de hampones que osan incluso denigrar a San Martín. La capacidad de resistencia a los embates de la oligarquía puede decaer dramáticamente.

 

Amparados en ello, Macri y Milei entregarán las islas Malvinas, todas las islas del Atlántico Sur y los espacios oceánicos circundantes al Reino Unido y la OTAN. Y, por supuesto, derramarán interminables baldazos de degradación sobre todo lo que nos representa y nos une, desde el papa Francisco hasta la memoria de Diego Armando Maradona.

 

Hacia allí nos llevan. Hacia un país de animales, algo que ya había anticipado Macri con sus billetes sin próceres pero con zoológico.

 

Uno de los motivos de esta posible victoria está en el oportunismo de la dirigencia radical que ante el pacto entre Macri y Milei decidió esperar a ver quién triunfa en el balotaje amparada en una recién descubierta y supuesta "equivalencia moral" de Macri y Massa. Es una traición completa a toda la lucha del radicalismo por el respeto a la Constitución, por la reforma universitaria y la educación y salud públicas, herencia incluso del tan polémico gobierno de la generación del 80 que los radicales perfeccionaron y con Yrigoyen hicieron suya.

 

El radicalismo aún tiene que ganarse el derecho a ser una oposición con voluntad de vencer al peronismo sin necesidad de aliarse al enemigo jurado de la Patria. La UCR tiene que hacer también su propio Nunca Más: nunca más Gualeguaychú. Corresponde a los radicales con verdadero sentido democrático dictar esa sentencia con su voto.

 

A su vez, y en nombre de un León Trotsky que, al frente del Ejército Rojo, los pasaría probablemente por las armas en circunstancias similares, el FIT, con Myriam Bregman como vocera, no votará a Massa, para no concederle una "mayoría artificial". Según el Partido Obrero, Massa es el "candidato de los patrones". Aún estamos esperando que nos explique porqué las patronales sabotean a su candidato con el dólar blue, la fuga de riqueza, el desabastecimiento y la remarcación permanente de precios. La versión capitalina de esa ultraizquierda, a través de Vanina Biasi, llega a afirmar que ¡existe un pacto entre Massa y Macri al que Leandro Santoro, esbirro insobornable de las patronales, apoya! No sólo Milei delira.

 

La mayoría de los restantes bloques de la izquierda, el comunismo y el socialismo en la Argentina -incluidos o no en UxP- han convocado a votar por Sergio Massa. Esos sectores van de Manuela Castañeira del Nuevo MAS al PS del Comité Nacional, ayer aliado del macrismo, presidido por Mónica Fein. Se le suman otros, que ya se habían pronunciado antes en el mismo sentido y abarcan desde el Partido Intransigente hasta la Confederación Socialista nucleada en torno al diputado Rivas, y los sectores vinculados al veterano compañero Mario Mazzitelli.

 

Todos ellos salvan el honor político del socialismo en esta coyuntura, y allí se encuentra parte del núcleo de la reconstrucción, cada vez más urgente, de una fuerza capaz de recuperar las banderas de un socialismo plenamente inserto en la lucha nacional de los argentinos y cada vez más lejano de sus tiempos de ala izquierda y antinacional de la oligarquía.

 

Hay por supuesto, como siempre sucede en estos casos, barro y piedras en el torrente aluvional de pueblo argentino que se está congregando en torno del candidato de Unión por la Patria. No sólo por "izquierda", sino también por "derecha". La constitución de una fuerza independiente de izquierda democrática nacional se hace más necesaria que nunca para equilibrar rémoras como los bussistas que se han subido al gobierno futuro del Dr. Jaldo en Tucumán, o a los trapicheos que habrá que tener con sectores hoy representantes del interés agroexportador a los que también necesitamos sumar en el gran bloque democrático al que la hora nos convoca.

 

Estamos ante una elección reñida y crucial. Ése es el centro del problema. La Argentina enfrenta un 2024 mejor que el 2023, y a partir de allí su drama inflacionario, que es el reflejo interno de la restricción de divisas externa, irá cediendo. Hay dos modos de que ceda la inflación: brutalmente, o con cuidado de no lastimar más a la población.

 

El primero es la receta del "ajuste" tradicional, que siempre es ajuste para abajo del nivel de vida del pueblo argentino para asegurar el enriquecimiento y saqueo de la minoría oligárquica que hoy apoya a Milei, Macri y Bullrich.

 

El segundo es el que propone Sergio Massa de una estabilización simultánea a la ampliación de la canasta exportadora nacional, que vaya reduciendo el peso de la agroexportación en la balanza comercial y recupere sus superávits.

 

Este camino es el que tenemos que elegir en el balotaje, porque del crecimiento de la riqueza nacional multiplicada con una potente  industrialización y la imposición de la justicia social con mejores salarios nacen las soluciones a todos los dramas que hoy han llevado al pueblo argentino a esta dramática disyuntiva.

 

Buenos Aires, 6 de noviembre de 2023

Mesa Nacional del Partido Patria y Pueblo • Socialistas de la Izquierda Nacional

Néstor Gorojovsky - Secretario General

Aurelio Argañaraz, Hugo Santos, Gustavo Battistoni, Rubén Rosmarino, Baylon Jerez y Jacinto Paz

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