Conspiradores y saboteadores plutocráticos ponen en riesgo la guerra de los argentinos contra el Covid19
El presidente de la Nación anunció hoy que van a empezar a controlar a las grandes empresas y los grandes distribuidores para ver dónde "está el abuso" que engendra la permanente remarcación de los artículos de primera necesidad.
Anteayer, mientras el gobierno estaba debatiendo un impuesto extraordinario a las grandes fortunas la oposición, increíblemente, se oponía a su aplicación en medio de una crisis de proporciones mundiales.
Anoche, el Dr. Eduardo Duhalde se prestó a un programa en el que, por primera vez y a cuatro meses de gobierno, periodistas de TN proclamaron la conveniencia de reemplazar miembros del gabinete por otros más amables con la plutocracia.
Dos de esos cuatro meses se dieron bajo ataque pandémico, y los cuatro con saboteadores legados por el régimen expulsado en diciembre que no quieren abandonar el Estado argentino.
La crisis sanitaria no surgió del interior de nuestro país. El Covid19 nos atacó desde fuera del territorio argentino. Es un ataque natural, no humano. Pero no deja de ser una amenaza originada en el exterior.
La defensa contra el Covid19 es un ensayo general de defensa nacional total. La amenaza al conjunto requiere una respuesta del conjunto. Y una centralización máxima de las decisiones cruciales.
Las actitudes de los distintos sectores sociales y políticos ante la emergencia tienen que definir no solamente el lugar que les cabe en el presente, sino el que deberán asumir (o se deberá forzar a que asuman) cuando la amenaza haya sido derrotada.
La protección y promoción del bienestar general es mandato de gobierno de la Argentina desde el primer texto constitucional redactado en Santa Fe, en 1853.
Aquellos que, en el seno de la Nación, consideren que existe algo superior a la Nación misma y la defensa del bienestar general, merecen ser tratados como aliados del atacante, aunque ese atacante sea un virus.
Aquí se juega literalmente la vida de varios miles de compatriotas.
Los castigos a quienes especulen o desvirtúen medidas del gobierno central, como el gobernador de Jujuy que hizo pasear por siete provincias un contingente de posibles portadores del Covid19 pese a la prohibición de desplazamientos, tienen que ser excepcionales porque la situación es excepcional.
Ya no se trata únicamente, como bien lo dijo el Dr. Alberto Fernández, de elegir entre el "mercado" y la "gente". Se trata de elegir, concretamente, entre el lucro personal y la vida de los argentinos.
El estáblishment ya está conspirando para que en esa pulseada venza el lucro y pierda la vida.
En los cuatro meses que van desde el 10 de diciembre de 2019 Alberto Fernández ya tuvo que soportar un paro de agroexportadores, amenazas de las privatizadas de la energía, inflación descontrolada de alimentos, despidos provocativos en las mayores empresas, desabastecimiento, acaparamiento en medio de una pandemia, bajas de sueldos, sabotaje bancario a las medidas para defender los ingresos populares durante la cuarentena, una infame presión mediática a partir de un caso de aparente corruptela en el que está involucrada una empresa estrella del grupo de intereses macristas, la extorsión de las prepagas de salud, y muchas otras presiones y ataques.
Lo que se está discutiendo, o pretendiendo imponer, es la modalidad de la salida de la pandemia de Covid19 y la cuarentena.
En esa dirección apuntan ya los representantes de la plutocracia que se expresó en el macrismo, que se hace la distraída sobre las calamidades que hizo sufrir al país en los cuatro años de Macri.
Esperan que el gobierno no pueda sostener el país no ya destrozado sino también paralizado que encontrará al final de este camino de lucha contra el Covid19.
Se trata de una miserable especulación inaceptable para un gobierno y un pueblo que, como bien caracterizó el presidente Alberto Fernández, están librando una guerra.
Quien así opera en las actuales circunstancias es aliado local del enemigo externo, aunque éste sea un ultramicroscópico virus, casi más letal que los programas del FMI.
El comandante supremo de esta confrontación es el Presidente. Y debemos tomar en serio ese rol.
Cuando los mecanismos ordinarios no alcanzan para terminar con las conspiraciones, corresponde recurrir a otros, extraordinarios, en pro del bienestar general, el bien común y la salud de la población.
Esos mecanismos existen. La Ley de Abastecimiento permite detener la ola de despidos y el sabotaje acaparador por la simple vía de la intervención de las empresas de los delincuentes.
En la presente circunstancia, hasta la legislación antiterrorista podría ser de aplicación ante desafíos demasiado intolerables de la autoridad presidencial.
Las empresas energéticas, el sector bancario, el comercio exterior, el transporte, la producción de insumos esenciales y el nivel de vida mínimo de los argentinos no pueden retacear su colaboración por capricho de los mercaderes.
Es necesario pasar a los hechos.
A cada amenaza de la plutocracia, una acción; a cada extorsión de los monopolistas, una represalia.
Del mismo modo, los topos remanentes del régimen cuyo fin se inició en 2019, tienen que ser excluidos de todos los niveles del Estado argentino a la máxima brevedad posible.
Que el momento más delicado, la salida de la cuarentena, nos encuentre unidos y consolidados para terminar de limpiar de inmundicia neoliberal las alturas dominantes de nuestra Patria.
Actuar de modo extraordinario en momentos extraordinarios no significa romper lanzas con ningún aliado potencial, muy por el contrario: unirá a las mayorías en defensa propia.
El pueblo argentino sigue sabiendo distinguir a quién lo defiende, y brindarle apoyo cuando avanza.
La mayoría de los argentinos acompañará al gobierno contra la oligarquía.
Cuanto más dureza ponga el gobierno en ese ataque, mayor será el apoyo que concite. Y Patria y Pueblo estará allí.
Partido Patria y Pueblo – Socialistas de la Izquierda Nacional
Néstor Miguel Gorojovsky - Secretario General
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