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EL MACRISMO QUIERE ENTREGAR EL PODER A UN GOBIERNO MANIATADO


IMPIDAMOS EL INTENTO DE GOLPE PREELECTORAL

El urnazo de repudio del 11 de agosto, un inmenso triunfo popular sobre el bloque oligárquico-imperialista, obligó a Mauricio Macri a abandonar su cómoda vocinglería de campaña permanente, y a responder con medidas concretas al caos financiero que sus tres años y medio de ataque a la Argentina habían logrado sembrar.

Pero el macrismo, mientras se despedazaba internamente por la pavorosa cosecha que obtuvo en las PASO, intentó seguir en "modo campaña" mientras iba "más rápido" con el plan de desguace de la Argentina industrial. Con fecha de vencimiento, ahora intenta hacer en cuatro meses lo que pensaba ejecutar en cuatro años.

La cesación de pagos selectiva (default selectivo)  del miércoles abre una perspectiva extremadamente grave. Corremos el riesgo de entrar en una hiperinflación con hiperrecesión simultánea. 

Ya economistas oficialistas hablan de una inflación de 5% para agosto. Cuando todavía no había abandonado el barco, Melconián afirmaba, repitiendo un concepto que suele circular por los pasillos del FMI, que las hiperinflaciones, a veces, permitían "ajustar variables".

Esta gente está dispuesta a todo. El mismo gobierno que se negó, violando las leyes, a hacer discutir en el Congreso la megadeuda que contrajo para financiar fuga con el FMI, pretende ahora embretar en sus manejos a toda la oposición y, en especial, a Alberto Fernández, sobre quien llueve la granizada periodística de la canallesca prensa regiminosa.

Una "híper", para ellos, sería un buen latigazo al pueblo que aborrecen y los rechaza. Ya el lunes siguiente de las PASO nos dieron una muestra del daño que son capaces de hacer, cuando dejaron flotar adrede el dólar y provocaron una inflación cuyos resultados aún no terminamos de ver.

Macri, al mismo tiempo, se niega hasta ahora a detener la fuga de dólares y a obligar a los grandes exportadores de granos a liquidar sus envíos al exterior, dos medidas mínimas que hubieran permitido evitarla. Y probablemente lo siga haciendo hasta el final de su grotesco y triste mandato.

Recurra o no el régimen a semejante catástrofe, entretanto llueven sobre el principal representante popular para las presidenciales -y desde todos los ángulos- incitaciones a sumarse al gobierno en la negociación de la deuda, así como acusaciones de golpismo (¡golpismo!) por negarse a asumir ese papel. Los especuladores van a preferir negociar deuda con Macri, completamente falto de fuerzas, y no con Alberto Fernández, que asumirá con un arrasador voto favorable.

Para evitar esto último, Macri ha intentado perpetrar, él sí, un golpe de Estado. No contra el gobierno, no contra sí mismo, sino contra la oposición.

Todos sus movimientos, aún en el momento en que está admitiendo -con quince meses de atraso- que dejó en cesación de pagos un país que recibió desendeudado, procuran dar un golpe de Estado preelectoral preventivo.

Macri busca condicionar al futuro gobierno, actuando, tal como lo hizo durante todo su mandato, como defensor de los acreedores de la Argentina y no de la Argentina contra sus acreedores. Lacunza es su profeta y su vocero.

A futuro, cuando termine finalmente este infierno, como terminará, es fundamental que el gobierno que surja de las urnas el 27 de octubre ataque de inmediato no solo los problemas urgentísimos que provocaron los macristas: la desmonetización y el crecimiento de la indigencia y el hambre. 

También habrá que enfrentar desde el primer día a esta élite de especuladores inescrupulosos, el verdadero cimiento de un gobierno empeñado en perpetuar sus recetas.

Indiferentes por completo al destino de los argentinos, quieren llevarnos a un abismo en cuyo fondo las llamaradas devorarán a millones de ciudadanos comunes, no importa de qué lado de la "grieta" se encuentren. En la lucha contra ellos está el camino, aún poco claro, para terminar con la "grieta".

Por ese camino también encontraremos la forma de impedir todo retorno al poder de la oligarquía y del imperialismo. Por empezar, aflojando el cepo que el Fondo le pone al país entero.

El macrismo, es cierto, tratará de quemar las reservas del Banco Central para dejarnos debilitados y en tierra arrasada, como un invasor que se retira expulsado de una nación alzada en su contra. Pero las condiciones de renegociación de esta deuda son más auspiciosas que lo que parece.

Por un lado, habrá que oponerse a toda medida que comprometa la futura gestión. La fuerza que se retira no debe impedirnos reconstruir el país de los argentinos, para los argentinos, y por los argentinos.

Por otro lado, el FMI está en una situación de debilidad que conviene aprovechar. La deuda no se contrató con aprobación del Congreso según lo indica la Constitución Nacional, no respeta la carta orgánica del FMI, representa el 60% de la capacidad prestable del organismo, y además han circulado versiones de que Argentina podría aprovechar la paulatina reaparición de la bipolaridad, esta vez entre EEUU y China, para consolidar su autonomía, y retornar a la condición de no alineado ("tercera posición") que es la que mejores frutos le rindió en toda su historia diplomática. 

El miedo del Fondo y del macrismo es que Alberto Fernández tenga perfectamente en claro todo esto al renegociar la deuda y obtenga condiciones perfectamente manejables para salir del endeudamiento intencional en que nos hundió el régimen moribundo.

En este camino, indudablemente, tanto la oligarquía como el imperialismo van a obligarnos, con su creciente oposición a la liberación nacional y a la unidad de los argentinos contra sus decretos extorsivos, a tomar las más drásticas medidas. Si no lo hacemos, nunca tendremos destino digno y vida próspera, los argentinos.

Mesa Nacional
Néstor Gorojovsky - Secretario General
Bailón Gerez - Aurelio Argañaraz - Laura Gastaldi - Rubén Rosmarino - Pablo López - Hugo Santos - Jacinto Paz - Lorena Vazquez - Gastón González - Juan Maria Escobar

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