El Partido Patria y Pueblo, Socialistas de la Izquierda Nacional, declara su apoyo sin reservas al gobierno del compañero Nicolás Maduro, reelecto en las elecciones generales del 28 de julio de 2024, y llama al conjunto del movimiento nacional a no dejarse engañar por la red de mentiras y operaciones de falsa bandera que ataca en estos momentos a Venezuela.
Estados Unidos, amo imperialista de la rosca oligárquica venezolana que malgastaba el petróleo vendiéndoselo barato a los norteamericanos para sostener su nivel de vida a costa de la miseria generalizada de la mayoría de sus compatriotas, lleva adelante una guerra híbrida contra la República Bolivariana fundada en 1999 por el comandante Hugo Chávez, quien puso los recursos petroleros de su país al servicio de su pueblo. Las agresiones como el bloqueo económico, o las provocaciones fronterizas para forzar un pretexto que abriera las puertas a una nueva aventura colonialista de los yanquis en América Latina, fueron pensadas para escarmentar a los venezolanos por intentar hacerse dueños de su destino y para doblegarlos por el cansancio, la desmoralización y la emigración masiva. El cálculo de los ricachones maiameros y sus mandantes de Washington preveía que alguno de sus candidatos (Juan Guaidó en 2018 o Edmundo González Urrutia ahora) electorales iba a cosechar los frutos de la crisis que ellos mismos provocaron.
Pero, aunque las condiciones de vida del país caribeño llegaron al límite de lo soportable, González Urrutia no pudo engañar a quienes serían sus víctimas del día después y, tras una campaña donde agitó el fantasma del fraude porque se sabía perdedor de antemano, desconoció el resultado que consagró presidente reelecto a Maduro. Contó para esta farsa con el ciberataque que bloqueó los sistemas del Consejo Nacional Electoral venezolano, el cual no pudo presentar rápidamente las actas de escrutinio debido a esta maniobra artera. Y su titiritera local, María Corina Machado, lanzó bandas de jóvenes marginales a sembrar el caos, con ataques a centros electorales y a personas identificadas en los barrios venezolanos como simpatizantes del chavismo.
Sin embargo, el intento de generar una escalada de violencia chocó contra la movilización popular y contra la lealtad de las fuerzas armadas venezolanas, brazo armado al servicio de su patria. Con este soporte, el gobierno de Maduro pudo reunir sus actas y presentarlas, junto a la de todos los candidatos opositores excepto González Urrutia, ante el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, que tendrá la última palabra.
Esta lucha no es un asunto que solo le concierna al país caribeño. Se desarrolla en el marco de un mundo en el que las potencias imperialistas encabezadas por Estados Unidos tienen cada vez más problemas para mantener su dictadura política, económica y militar sobre el resto de la Humanidad. No solo se trata de apoderarse del petróleo venezolano, también se trata mantener el pie sobre Latinoamérica, a la que los norteamericanos consideran su ‘patio trasero’, y de evitar que nuestra Patria Grande encuentre un punto de apoyo, para sacudirse el yugo colonialista, en el naciente Mundo Multipolar materializado en el bloque de los B.R.I.C.S.
Es por eso que el gobierno entreguista de Javier Milei, y sus aliados del PRO y la Unión Cívica Radical, enemigos de la integración continental, se han sumado decididamente a Estados Unidos y sus esbirros. Y, como en toda agresión imperialista, no ha faltado el ala izquierda encarnada por el FIT, que para sorpresa de nadie señala a Maduro como una variante demagógica del imperialismo.
En este marco resulta verdaderamente preocupante la reacción del peronismo, cuyos dirigentes, desde los más moderados hasta la propia CGT, expresaron posiciones que iban desde la censura directa al gobierno bolivariano hasta posturas en las que se reconoce la existencia de la agresión económica norteamericana pero se insiste en cuestionar la legitimidad de los resultados electorales.
Quienes dijeron, por ejemplo, que el peronismo siempre entregó el poder cuando fue vencido en las urnas, ¿olvidan que dos veces, en 1955 y 1976, su movimiento fue desalojado del gobierno por golpes oligárquicos apoyados por campañas de desprestigio y sabotaje motorizadas desde los mismos países que hoy atacan a Venezuela, y que las consecuencias de esas derrotas (desindustrialización, crecimiento sostenido del empobrecimiento pueblo argentino, endeudamiento externo usurario) nos atormentan todavía hoy, a pesar de las cuatro décadas de vida democrática? ¿Ignoran que los autores de esos golpes en nuestro país defendían los mismos intereses que hoy defienden el presidente Milei y sus aliados? ¿O acaso el movimiento fundado por el general Perón espera volver al gobierno congraciándose con la oligarquía que solo lo aceptó en la versión entreguista de los años 90?
Ningún país de América Latina tiene un futuro digno separado de los demás, por lo tanto es una obligación de todo movimiento que se diga nacional defender, sin la menor duda, la soberanía política de todos nuestros pueblos hermanos cuando son víctimas de ataques como los que padece hoy la patria del Libertador Simón Bolívar. No solo se trata de una cuestión de solidaridad sino de preservación de los propios intereses. Permitir que se instale un gobierno de entrega nacional en Venezuela representa una amenaza a futuro para cualquier proceso con el que el resto de los latinoamericanos intentemos romper la dependencia semicolonial que Estados Unidos pretende imponer para siempre.
¡VIVA LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA!
Mesa Nacional del Partido Patria y Pueblo • Socialistas de la Izquierda Nacional
Aurelio Argañaraz, Gustavo Battistoni, Baylón Gerez, Jacinto Paz, Rubén Rosmarino, Hugo Santos
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