Editorial por Nestor Gorojovsky La movilización cacerolera del jueves 13 de setiembre tuvo un componente nuclear inconfundible: las rancias formaciones del estáblishment que, física o moralmente, dieron el tono general de una serie de batifondos de barrio fino más extendidos y enfáticos que su más directo antecesor, la neurótica movilización de principios de junio. Todo el contenido de clase de esta marcha se define por la defensa del derecho individual a “hacer lo que quiero con mi plata” (léase a comprar los dólares que se me antoje, aunque eso funda al país). No nos extenderemos sobre estos aspectos sociológicos, de tan evidentes que son. El leit motiv de los días previos, el machacar permanente de los grandes medios y de las redes sociales, fue la consigna “No tenemos miedo”. En parte, fue un modo de animarse unos a otros. En parte, publicidad. Pero en todo caso, fue coreada también, y quizás fue una de las más coreadas, durante los cacerolazos. “Miedo, ¿de qué?”,...
SOCIALISTAS DE LA IZQUIERDA NACIONAL