Los socialistas de la Izquierda Nacional que militamos en el Partido Patria y Pueblo nos sumamos a la alegría y el alivio que embargan hoy al pueblo chileno tras su rotunda victoria en el referéndum por la realización de la Constituyente después de cuarenta y siete años de hegemonía oligárquica e imperialista. El triunfo del domingo rompe con la peor de las trabas institucionales para encarar las transformaciones necesarias en un sentido democrático y de justicia. Le deseamos al pueblo de Chile el mejor de los resultados en la nueva Constitución pese a las trampas que le tenderá un sistema político que nunca estuvo a la altura de representar a la ciudadanía. Los argentinos conocemos bien esas trampas. En 1983 pagamos nuestro retorno a la institucionalidad democrática con la intangibilidad de las bases estructurales del régimen de 1976 y la impunidad de las clases sociales que lo promovieron, apañaron, aprovecharon y finalmente, descartaron. Hasta la rebelión popular de 2001 todos los p
En la Argentina, el acceso a la propiedad privada que tanto defiende el bloque agroexportador y antidemocrático encabezado por la Sociedad Rural Argentina nunca fue limpio y ajustado a leyes, y mucho menos aún en la región pampeana. Ya desde la época colonial, la manera de obtenerla pasaba por acuerdos entre comerciantes y funcionarios en los escritorios de la Corona, por la estafa al Estado (enfiteusis), por la expulsión de los pobladores iniciales sin discriminar indios de criollos (como ya lo muestra el Martín Fierro), por despojos en juzgados cómplices (también lo muestra el Martín Fierro), o por la práctica frecuente de quitarle sus herencias a las mujeres. Ni siquiera es totalmente cierto que las grandes extensiones incorporadas a la soberanía argentina en la campaña de 1879 hayan sido repartidas solamente a los grandes capitalistas que financiaron el avance. Gran parte de esas tierras fue entregada como títulos de pequeñas propiedades a los soldados (también mezcla de indios y