Por Facundo Piai (Córdoba)
CEOs de las empresas más importantes del país expusieron su
parecer sin rodeos y pidieron que se impulsen cambios en la legislación
laboral, según ellos, para mejorar la competitividad.
Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Argentina, declaró
que contratar y “no tener más a esa gente” tiene que ser más “libre” de lo que
es con la legislación vigente. A la cual consideró un “bloqueo” que reduce la
producción. En el mismo sentido se expresó el empresario del café Martín
Cabrales, quien abogó por “más flexibilización”. “Los países con menores
requisitos de despido son los que tienen mayor productividad y mayor cantidad
de empleo”, señaló Julio Crivelli, el presidente de la Cámara Argentina de la
Construcción. Estos tres empresarios de sectores golpeados por la recesión
económica no fueron la excepción.
La situación del salario actual
Sin embargo, cabe aclarar que, durante el primer trimestre
del 2019, la mitad de los argentinos ocupados ganó menos de 17 mil pesos, de
acuerdo a la evolución de la distribución del ingreso que toma los
relevamientos de la Encuesta Permanente de Hogares. Asimismo, el último Reporte
del Trabajo Registrado publica que el salario mediano fue de $31.719 en abril,
de acuerdo a información del Ministerio de Producción. Lo cual significa que el
haber señalado se redujo unos doce puntos, teniendo en cuenta la inflación
acumulada hasta ese período. El mismo informe sobre la situación del mercado
laboral señala que (comparando abril de este año con el mismo mes del 2018) se
perdieron 141 mil puestos de trabajo en el sector privado. Los trabajadores
independientes también se vieron afectados al registrarse 39.800 menos que en
abril del año pasado. En consecuencia, la masa salarial estimada se redujo en
8,4% respecto a un año atrás.
También hay que tener en cuenta que desde el 10 de diciembre
del 2015 hasta hoy, la moneda norteamericana aumentó más de 300 por ciento. En
efecto, la devaluación del peso y el atraso de los salarios respecto a la
inflación que generaron las sucesivas corridas cambiarias no sólo produjo
pérdida de poder adquisitivo, sino que también redujo el salario medido en
dólares. En los últimos años, el sueldo argentino lideraba el ranking regional
y estaba entre los más altos de Latinoamérica. Actualmente, con un salario
mínimo mensual de U$s294, Argentina ocupa el noveno lugar de los salarios
latinoamericanos.
Ahora bien, si el salario fuese la variable determinante a
la hora de hablar de competitividad, tal como muchos sugieren en sus
argumentaciones a favor de la reforma laboral, la producción local debiera ser
más competitiva que la de los Estados Unidos, en donde sus trabajadores ganan
de mínima un promedio de U$s 1.232, o que Alemania en donde el mínimo es de más
de mil setecientos dólares. Lo mismo podríamos decir respecto a Japón,
Australia, Francia, Holanda con mínimos salariales similares al de los
teutones. Sin embargo, no es así. Las economías de los países mencionados pagan
mejores haberes y sus productos son más competitivos que los nuestros (en la
mayoría de los sectores manufactureros).
El trabajo en la estructura de costos
Si analizamos el peso que tienen las diferentes erogaciones
en insumos, distintos factores y servicios que realiza la industria automotriz
para producir los automóviles y utilitarios, vemos que la compra de autopartes
importadas representa un 32% del valor bruto de producción, mientras que la
masa salarial el 7%. Del análisis de los balances de las terminales
automotrices deviene que los insumos, partes y piezas, tanto importadas como
nacionales, representan el 71,7% del valor; 10% de salarios más contribuciones
patronales; mientras que los impuestos representa casi cinco puntos, por
mencionar los rubros de mayor peso (al año 2014).
Asimismo, dentro de la industria metálica básica, la
siderurgia y producción de aluminio también sufrieron un encarecimiento de su
estructura de costos por la devaluación. Insumos claves para el desarrollo de
otras actividades, con lo cual, su suba repercute en la estructura de costos de
muchos sectores. El aluminio requiere de dos inversiones principales, la
alúmina que se importa (representa el 32% del costo total) y energía para la
producción (representa un 21% del gasto total). De igual modo, en la siderurgia
las materias primas y la energía para la fundición tienen un peso de más de 70%
del costo, siendo los salarios poco menos de 13%.
Si el salario fuese la variable determinante a la hora de
hablar de competitividad, tal como muchos sugieren en sus argumentaciones a
favor de la reforma laboral, la producción local debiera ser más competitiva
que la de los Estados Unidos, en donde sus trabajadores ganan de mínima un
promedio de u$s 1.232, o que Alemania en donde el mínimo es de más de mil
setecientos dólares.
En el sector de la construcción, en el subrubro obra
pública, la mano de obra representa el 23% de los egresos, contra un 76% que se
conforma entre insumos y servicios. En este sector se invierte más en la compra
de metales, cemento, cal, yeso y materiales para hacer las instalaciones que en
salarios, de acuerdo a relevamientos realizados por el INTI (Instituto Nacional
de Tecnología Industrial), durante el 2016 y 2017.
Informes publicados por la Subsecretaría de Programación
Microeconómica da cuenta que en la producción de carne de cerdo el salario
tampoco es de los principales costos. Por el contrario, la alimentación de los
capones es el setenta por ciento de las erogaciones para producir, seguido por
la alimentación y sanidad de las madres que tiene un peso del 19%. En el sector
de la carne vacuna, en la etapa primaria, los gastos en estructura e impuestos
componen el 47% del costo; seguido de gastos de comercialización,
amortizaciones y personal. En lo que respecta a la invernada para el engorde,
la compra del ternero representa el 62% del coste total. Otros rubros
significativos son la alimentación (17%) y la comercialización (11%).
De lo expuesto se desprende que para ganar competitividad es
decisivo aplicar políticas específicas para cada sector que actúen sobre los
principales costos, antes que imponer reformas que aplican sobre un componente
minoritario del coste total como son los salarios.
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