Editorial •
DEL DESCALABRO A LA ESPERANZA
por Nestor Gorojovosky
El macrismo celebró
su último 25 de Mayo censurando mediáticamente al arzobispo de Buenos Aires. El
terror y el aislamiento en que se mueven estas sombras siniestras del pasado
que tomaron la Rosada por asalto el 10 de diciembre de 2015. Un largo,
doloroso, tormentoso ocaso, pleno de malos augurios. Pero una esperanza ha
nacido. La fórmula FF. Radicalismo. Movimiento obrero.
El arzobispo que no
se dejó amordazar
Sombrío y desafiante, el gobierno del presidente Mauricio
Macri estipuló que al Tedéum tradicional del 25 de mayo -único acto público de
conmemoración de la Revolución de Mayo este año, al que el jefe del Pro llegó
inadmisiblemente tarde- no asistieran los periodistas, ni siquiera los de los
medios afines.
“Habrá una tarima
frente a la Catedral dentro de una zona vallada. Ese será el único lugar donde
periodistas, fotógrafos y camarógrafos podrán realizar sus tareas. Cualquier
otro lugar está vedado a la prensa”, advirtió el comunicado oficial a los
medios.
Sólo podrían permanecer en el recinto catedralicio los
fotógrafos oficiales. La transmisión la haría la TV oficial, regenteada por
comisarios políticos impuestos por Hernán Lombardi. La Plaza de Mayo amaneció
militarizada, vallada, vaciada de público. Un muro se había tendido, en
previsión de una homilía que repudiara al régimen vigente.
Pero en la culminación de una Semana de Mayo que se abrió
con la magnífica maniobra electoral de Cristina Fernández de Kirchner
(proponerse a sí misma como vicepresidenta de Alberto Fernández), el cardenal
Mario Poli supo aprovechar su alta investidura para romper el cerco, y así
darle voz al pueblo argentino y sus necesidades más inmediatas.
Poli convocó a un "Gran Pacto Nacional", según la
Agencia Informativa Católica Argentina (AICA); se pronunció en contra de las
políticas neoliberales del macrismo, y atacó la manipulación mediática de las
conciencias, en un discurso mucho más preciso que el de 2018, cuando cuestionó
con generalidades el rumbo de la economía y alertó por el aumento de la pobreza
en la Argentina, sin marcar responsabilidades.
Los macristas y sus operadores de las redes sociales bufaban
a todo trapo contra la Iglesia (de cuyas lacras vienen cobrando súbita memoria
después de haber lamido los cirios eclesiásticos, y no siempre metafóricamente,
cada vez que recordaban el símbolo de "Cristo Vence" que presidió el
bombardeo de la Plaza de Mayo en 1955).
Poli los machacó. El arzobispo no se ahorró una mención al solapado
secuestro informativo bajo el cual estaba oficiando el Tedéum: "Aquellas gestas de hace más de 2
siglos parece que las ponemos en sordina", señaló, al tiempo que hacía
notar que "los publicanos (recaudadores privados de impuestos) eran
indiferentes al patriotismo de sus conciudadanos que luchaba por obtener la
libertad de su pueblo humillado", actitud que les valió "el desprecio popular" y ser
considerados "grandes
pecadores". Completó el mazazo recordándole a los macristas, en cabeza
de su máximo líder (a quien una cámara captó mientras trataba de acomodarse en
su silla), que "la indiferencia y
egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres no pasan inadvertidos a
los ojos de Dios".
Tras reivindicar la "proyección
social de las enseñanzas de Dios", aludió a un futuro más venturoso: "Nuestra bendita democracia augura un
horizonte mejor", y celebró en ese sentido la "alternancia en el poder" ante una enmudecida pareja
presidencial.
Es "el momento de
un gran pacto nacional de mirada amplia y generosa", agregó Poli ante
la cabeza del régimen agrietador, porque la sociedad "no está hecha para la división". Con este llamamiento, está
completa la ubicación de la Iglesia en la vereda opositora; sólo le faltó
proclamar “Orden popular o caos oligárquico”.
En cambio, y en clara alusión a la manipulación perversa y
despolitizadora de la conciencia pública, Poli se apoyó en el "obispo mártir" Enrique
Angelelli para reclamar, como en 1973, que "como
pueblo no se nos considere solamente en las urnas" sino "como gran protagonista y actor en la
reconstrucción de nuestra patria". En caso contrario, completó, "la política puede ser un instrumento
de opresión, marginación y destrucción".
Al tiempo que el ínfimo canciller Faurie obligaba a todo el
cuerpo diplomático en el extranjero a usar la fecha patria para hacer propaganda
oficialista, Marcos Peña reiteraba sus ya inútiles gestos de estafador, al
afirmar en respuesta a Poli que nadie se había preocupado más por los pobres
que el régimen macrista (A no ser que se refiriese a su denodada lucha por
multiplicarlos, cuesta entender de qué está hablando.)
En su miserable aislamiento, enardecidos del odio que
siempre alimentaron contra el país donde tienen la desgracia de haber sido
paridos, los macristas atravesaron con más disgusto que nunca el último 25 de
Mayo de esta presidencia nefasta.
La jugada maestra
El marco general de este ataque directo de la Iglesia a un
gobierno que, como los publicanos, recoge cada vez más repudio de los
argentinos, es el tembladeral político en que ha quedado el régimen tras el
súbito despertar del sábado anterior, cuando la ex presidenta Cristina
Fernández abrió camino a la fórmula "Fernández-Fernández"
(FF) en un video distribuido por las redes sociales.
El macrismo, incapaz de convencer de sus nulas bondades,
atraviesa desde el principio un año electoral sembrado de derrotas comiciales
sin contrapartida. Recordemos que este calendario electoral tan extenso, en el
que el repudio popular a Macri y sus secuaces se va expresando en forma
contundente, es en sí mismo un mal síntoma: hasta sus aliados buscaron
desprenderse de la figura presidencial ante cada compromiso electoral, y de
allí el repique de derrotas que coloca al Pro y los radicales en terceros o
segundos puestos. A veces, por paliza.
A falta de todo logro que conquiste voluntades, el régimen
del odio al país concentró sus planes de batalla en una seguidilla de juicios
contra CFK, el manejo mediático de las fotos correspondientes, y la creciente
fragmentación del espacio nacional y popular. La maniobra los dejó pataleando
en el aire, colgados ahora de la gorda y ya inútil brocha de un Lanata enfermo
al que trajeron de urgencia desde su departamento de 2,5 millones de dólares en
Miami.
El descalabro
La no por sorda menos efectiva resistencia del conjunto de
la sociedad al programa de jibarización nacional de la banda gobernante se fue
reflejando en todos los planos de la vida argentina. No hubo represión que la
hiciera ceder. El derrumbe económico, acelerado desde que el macrismo quedó en
cesación de pagos con los prestamistas y usureros internacionales, lo obligó a
acelerar también planes que quizás tenía previsto completar después de ganar la
reelección de Macri. Y tropezó con la resistencia inevitable cuando intentó
hacer aprobar la reforma laboral tras haber ganado las elecciones de medio término.
El único plan es simple y ya en ese instante quedó a la
vista: arruinarle la vida a 20.000.000 de compatriotas para beneficiar a 2.000
grandes fortunas, y restablecer el orden agroexportador del Centenario, pero
sin las aspiraciones de grandeza de la oligarquía de esos tiempos.
Y ni siquiera eso les sale bien, pese a la moderación, digna
del Mahatma Ghandi, con que el pueblo argentino soporta esta granizada de
balazos económicos y sociales que cae desde el poder político. Es que el 75% de
la actividad económica argentina depende del alto nivel de consumo interno que
para esta banda de parásitos es, justamente, el problema de los ya no se sabe
cuántos “años de populismo".
Pudieron durante dos años pedalear en el aire tomando deuda;
pero con la corrida cambiaria del otoño del año pasado se derrumbó toda
ilusión.
La esperanza
La aplicación a macha martillo de estas políticas provocó,
simultáneamente, una recesión monstruosa, una devaluación escandalosa, una fuga
espeluznante de capitales y, como podía preverse, una dura dependencia con
respecto al FMI, que es el que está pagando las cuentas del despilfarro
iniciado en 2016.
La "lluvia de inversiones" esperada al principio
de este gobierno se convierte en "lluvia de inversiones… del voto
popular”: millones de compatriotas que habían votado a Macri en 2015 se suman
minuto a minuto al repudio al régimen macrista. De nosotros depende que ahogue
a los nuevos rivadavianos en una inundación incontenible.
Más allá de las decisiones de la Unión Cívica Radical en su
convención nacional del lunes 27 de mayo, quizás el comportamiento de los
votantes radicales no sea insensible al pequeño golpe de estado que significó
la exclusión, por una triquiñuela, de los dirigentes más dispuestos a romper
con el Pro. Habrá que ver… y abrazar para convencer.
La fórmula FF se reveló como puerta de esperanza y unidad
electoral, que está quitándole todo el aire a la "avenida del medio".
Pese a los desvelos de Juan Schiaretti, quien insiste en su neomenemismo local,
y pese a las clases medias liberal-democráticas sin programa nacional, la
"avenida del medio" se estrecha. El plan del macrismo
de dividir a su oposición naufraga. Y también como puente para reagrupar a los
argentinos mientras se encapsula a la minoría antinacional en su más concentrada
expresión.
Reaparece así la vieja antinomia, que no es una grieta entre argentinos
sino un abismo entre argentinos y
representantes o socios del imperialismo: otra vez la opción es Braden
o Perón.
Y en esa batalla la cosa realmente es con todos. No es
momento de análisis extravagantes. Con todos, también con el massismo y con
Massa. Y con una tregua interna hasta vencer al macrismo: quien escale
públicamente ahora sus diferencias con Alberto Fernández –como ya ha sucedido
en los temas de medios o aborto- juega para el enemigo común.
En este marco se viene el paro general del 29, el sexto
convocado por la CGT, que paralizará al país. Esto hace bastante más notable una
notable ausencia del acto de lanzamiento de la campaña FF: la nula mención del
movimiento obrero. La resistencia al régimen la iniciaron y sostuvieron los
sindicatos. Hasta un dirigente como Héctor Daer, que tanta desconfianza provoca
en la militancia kirchnerista más dura, participa activamente de la patriada y
se hizo presente en el Parque Néstor Kirchner que se estaba inaugurando en
Merlo ese día.
Por otro lado, agregó: “El
11 de diciembre va a haber la misma crisis en las empresas y la misma cantidad
de pobres. Por eso es una necesidad plantear objetivos, sino no tenemos salida.
Hablemos de la necesidad de construir futuro para poder construir esperanza.”
“Construir futuro” significa acordar qué futuro se va a
construir. Un programa. Con unidad se
van, con programa no vuelven. Eso dijo, con otras palabras. La consigna de
la Izquierda Nacional. Que, por cierto, sabrá ocupar el lugar que le
corresponde en este combate contra los vendepatrias. Hacia allá vamos, a
restaurar lo quebrantado en 2015: la dignidad de la Patria y la soberanía del
Pueblo. Sin dejar caer una sola bandera, retomamos la gran marcha de los
argentinos contra los agentes del imperialismo y la oligarquía.
Tapa PyP nro. 66 |
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