Por Federico Quevedo
Con el término mitrismo nos referimos esencialmente al engranaje ideológico-conceptual que funciona como contraparte necesaria de la entrega del país perpetrada por las clases dominantes argentinas. No se trata de un decálogo ni de una doctrina, sino de un discurso que puede adquirir diversas formas y contenidos, pero siempre tendientes a justificar el saqueo de las oligarquías y sus socios.
Por tal motivo, el mitrismo puede ser tanto de derecha como de izquierda, nacionalista o liberal, republicano o tiránico, europeísta o indigenista, por repasar solo algunas de las principales contradicciones engañosas que suelen entrampar el debate político nacional.
Hernán Lombardi -el titular del Sistema Federal de Medios Públicos- es un formidable ejemplo de este fenómeno. Desde su militancia juvenil en el Partido Comunista Argentino (PCA) hasta su desembarco en la más acabada expresión de la derecha liberal que es el partido Propuesta Republicana (PRO) –sin obviar su paso por la Unión Cívica Radical (UCR)-, Lombardi ha sido a lo largo de su vida un fiel militante del campo mitrista.
Tras esas fachadas a primera vista incompatibles y hasta contradictorias, lo que ha caracterizado a los tres partidos mencionados(1) es la incapacidad para analizar el proceso político argentino desde sus propias lógicas y particularidades.
Hernán Lombardi ha declarado públicamente su admiración por la obra de Antonio Gramsci. Pero queda claro que su lectura del pensador sardo no es en clave libertaria sino más parecida a la que supo hacer el dictador chileno Augusto Pinochet, quien buceó en los Cuadernos de la cárcel con la intención de llevar adelante de manera efectiva una lucha en el campo de la cultura y de las ideas contraria a los intereses de las mayorías populares.
Del paso de Lombardi por el Partido Comunista se recuerda la apasionada defensa que el funcionario macrista solía hacer del gobierno de Corea del Norte y de la Juche, la doctrina oficial de ese país que se basa la independencia política, la autosuficiencia económica y la autodefensa militar. El revés exacto de este sistema ideológico es el mitrismo, garante de la subordinación política, la dependencia económica y la ausencia de defensa nacional.
Ayer Corea del Norte y hoy el FMI: Lombardi ha sido incapaz de leer a la Argentina desde la propia Argentina y ese es el principal atributo que debe poseer un auténtico mitrista.
En ningún lado fue más claro su mitrismo persecutorio que en el caso de Télam. Allí se reveló como un verdadero mitrista juche. Lo único que aprendió de su paso por ese remoto y orgulloso país fue la praxis del discurso único (que en Pyongyang al menos se justifica por el hecho no menor de que, técnicamente, Washington sigue en guerra contra ese país desde hace 55 años).
(1) Nos referimos a la UCR posterior al fallecimiento de Hipólito Yrigoyen.
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