Ayer, como hoy, la lucha por la soberanía tiene a los sectores populares como protagonistas.
Por Hugo Santos
El 20 de noviembre ha sido declarado “Día de la Soberanía Nacional”, en homenaje a los hechos que se conocen como el Combate de la Vuelta de Obligado. En dicha acción, fuerzas nacionales, inferiores en hombres y armamento, se enfrentaron a una poderosa fuerza naval conjunta franco-británica, las dos principales potencias europeas. Las fuerzas argentinas, al mando del general Lucio Mansilla, habían implementado un bloqueo de las aguas del río Paraná, mediante una serie de embarcaciones menores unidas por cadenas, a lo que se sumaba una batería de artillería y una tropa de infantería.
El bloqueo fue roto, lo que permitió la navegación del río Paraná por parte de esta fuerza extranjera que, en realidad, escoltaba alrededor de un centenar de buques mercantes abarrotados de mercaderías que pensaban vender en su recorrido, como primer paso a una apertura permanente de esa vía de navegación que los arrimaba a Paraguay y el occidente brasileño, mercados prometedores.
Lo que se dirimió ese 20 de noviembre de 1845 no fue exclusivamente la libertad de comercio (o la “libre navegación de los ríos”), sino, y principalmente, la soberanía de un país para disponer libremente de su territorio y de llevar adelante las políticas que crea más convenientes, sin recibir la tutela de ningún otro, así sea una potencia internacional. Y esto queda reflejado en la simbólica entrega de su espada que realizó San Martín a Rosas, más su ofrecimiento de sumarse a las fuerzas argentinas para enfrentar a las fuerzas anglo-francesas. Otro patriota, de grandes proezas militares durante las luchas de nuestra independencia, se había sumado cada vez que se había querido imponer una fuerza extranjera y esta no era la excepción: el almirante Brown.
La oposición de aquélla época (como también ha sucedido contemporáneamente) fue a golpear las puertas de los despachos de los ministerios europeos, rogando la intervención de las potencias extranjeras en los conflictos internos que ellos no podían resolver a su favor. Lo que finalmente lograron.
Pero la derrota militar devino en victoria, finalmente, ya que al hostigamiento de fuerzas más pequeñas a lo largo de su recorrido, se suma que los barcos mercantes volvieron con sus bodegas llenas, ya que la población se solidarizó ante tamaño atropello negándose a comprar sus productos a los británicos y franceses.
Una vez más se hizo evidente que el pueblo “de a pie” es el principal garante de una patria soberana, más allá de quien gobierne y del concepto que tenga sobre su accionar. Cuando se da una situación crítica, el pueblo sabe dónde ubicarse rápidamente. Eso se ha dado así a lo largo de nuestra historia.
Hoy, que el Gobierno Nacional ha entregado el manejo de nuestra economía al Fondo Monetario Internacional, busca eliminar los principales signos identificatorios de los billetes de moneda nacional, reemplazándolos por animales de nuestra fauna. Así las imágenes de Rosas y la Vuelta de Obligado del billete de $ 20, dejaron su lugar al guanaco y a un mapa de Argentina sombreado con su zona habitada (cual lección de zoología).
Macri y sus secuaces no se dan cuenta que la memoria de un pueblo no se borra fácilmente. Y aunque quieran eludir el debate sobre la historia argentina, sabemos claramente que ellos se identifican con esa oposición vendepatria, que se escudaba detrás de una flota extranjera. Su alineación con los EE.UU., Israel y la Unión Europea es muy evidente y pone de relieve una línea de conducta de la oligarquía: siempre aliada al interés antinacional.
El Pueblo, reservorio de los mejores valores, será el encargado de que volvamos a tener una Patria justa, libre y soberana.
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