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Los argentinos y la izquierda nacional y popular frente al macrismo


Por Juan Perez Florido

Restan solo dos meses para que el Gobierno de los CEO  cumpla 3 años. Los argentinos que lo votaron e inclusive muchos de los que no lo hicieron ni lo harían nunca creían, intuían, esperaban que la Argentina marche, en un sentido muy distinto, del que tomó. Resuena el eco del actual Presidente, discutiendo en el debate presidencial con Daniel Scioli, machacando con que él no era ni ajustador, ni devaluador, ni privatizador, ni perseguidor de opositores. Pues bien, todo de lo que era “acusado” el entonces intendente de la Ciudad de Buenos Aires, fue ejecutado de una forma exponencial. ¿Qué pueden esperar los argentinos de a pie, aquellos que no se benefician ni un poquito con la política ejecutada, de este gobierno? Qué debemos hacer desde los sectores de la izquierda nacional y popular?

Del capitalismo, lo mejor…
El sentido común, que inclusive el gobierno anterior fortaleció, es que al momento de esa campaña electoral estábamos en un capitalismo serio. En el mismo, independientemente de cuál sea el signo político del gobierno, los ciudadanos que lo componen, pueden mejorar sus condiciones, si trabajan y se esfuerzan.

Y un capitalismo serio ¿quién lo puede ejecutar mejor? ¿políticos o empresarios? Quién será más eficiente para mejorar la economía general, contribuyendo a mejorar las economías familiares? Pues bien, la principal demanda de muchos que votaron al ingeniero, era capitalismo sin tanto ruido político.

Desarrollo, que permita mejorar las condiciones de vida, más de lo que se había generado en el gobierno anterior. Pero claro, la Argentina, no es Alemania, ni EEUU, ni siquiera China; es Argentina, ni más ni menos: un país capitalista, pero subdesarrollado (para decirlo en términos sesentistas). Para mejorar los indicadores económicos, siempre necesita del Estado.

Ahí es donde falla la máxima que afirma que los empresarios pueden gobernar para mejorar el capitalismo, porque en nuestro país el capitalismo se genera, gracias al Estado del que desconfían los empresarios, aunque en la mayoría de los casos se beneficien con él. No es solo el Estado diseñando y ejecutando políticas estructurales para las grandes mayorías, sino también buscar grados de participación de l@s trabajador@s (en blanco y de la economía popular) en las políticas de dicho Estado.

No basta el Estado, hace falta también la participación activa de todas las clases sociales que necesitan de él para sobrevivir. Lo cual implica también salir del “capitalismo serio”, de respeto irrestricto a las reglas del mercado mundial, para lanzarse a una integración regional que implique un beneficio para las grandes mayorías.

Ciudadanos del mundo, dólares ilimitados
Uno de los principales reclamos de muchos sectores medios y altos al gobierno anterior fue la restricción en la compra de dólares, o como lo llamaron algunos sectores del periodismo, el "cepo”. El gobierno asumido el 10 de diciembre del 2015 decidió acabar con ese “flagelo” y, mágicamente, devaluando la moneda de forma significativa. Pronto descubrieron (o actuaron maliciosamente, el lector elegirá qué explicación prefiere), que nuestro país no produce dólares.

Al sacar la restricción, muchos compradores de hasta “dos millones de dólares por día” compraron divisas compulsivamente.  Los sectores de las clases medias que lo necesitaban para turismo internacional o como forma de ahorro, de pronto no pudieron comprar más dólares, porque su precio era caro y porque el costo de vida creció tanto que ahora había dólares para comprar, pero no había pesos para comprarlos.

Una de las demandas principales de los ciudadanos que acompañaron a la alianza PRO y UCR, ya no pudo realizarse: el cepo no lo ponía el Estado, ahora lo pone el mercado, y a diferencia de otros momentos, ahora solo compran los que más tienen. ¿Hacia dónde va la ahora la plata que compra el “mercado”? No por cierto a la reinversión productiva, y sí a la "formación de activos argentinos en el exterior", o sea a la fuga, a la descapitalización del país.

Por eso es necesario generar un marco de discusión hacia las clases medias argentinas, vinculadas en su mayoría al mercado interno. No somos ciudadanos del mundo, sino de América Latina; nuestro futuro está en el avance regional que podemos lograr, y en la autonomía monetaria que debemos construir.

Tanto los consumos tecnológicos, como los viajes por el mundo, tienden a generar la sensación de que somos más occidentales, que periféricos. Pero de lo que se trata es de poder proyectar la originalidad de lo que somos, más que seguir con la mirada dominante. De lo que se trata es de integrar a las clases medias a un proyecto de patria grande, junto con los trabajadores, de proyectar la alianza plebeya, en suma.

 La principal demanda, un proyecto de país
Todas las demandas por las que Cambiemos logra triunfar en las elecciones del 22 de noviembre del 2015 son demandas accesorias a un proyecto de país. El rumbo, el programa político del gobierno anterior necesitaba reajustes, mejoramientos, cambios, pero planteaba dentro de un marco general, la irrestricta defensa del trabajo argentino, el intento de generación de valor agregado (como contracara de la primarización de la economía), situando al Estado en el centro, como generador de desarrollo e inclusión.

Muchas de las demandas que Cambiemos sintetizó en la elección del 2015, tenían que ver con "mantener todo lo bueno, e implementar todos los ajustes necesarios". Sin embargo, como muchos esperamos, y en contraposición a muchas concepciones que pensaban en “la nueva derecha democrática e inteligente”, la ideología pesó sobre la realidad para el gobierno de Mauricio Macri, y volvieron a plantear el histórico programa de la derecha Argentina: el trabajo argentino debe ser más barato, producir solo para lo que somos baratos y eficientes (el agro) y el Estado debe reducirse a su mínima expresión.

No entendieron -o pretendieron no entender- para qué los votaron, porque solo buscaban ganar la elección, para después ejecutar su programa. Y hoy, a tres años de su llegada al poder, la única demanda, que los argentinos tienen para Cambiemos, expresada de forma desordenada y como demandas sectoriales, es que tenga un proyecto de país… cosa que parece contradecir todo lo que el Gobierno de Cambiemos hizo hasta hoy.

Pero tampoco se trata de volver hacer lo que se hizo antes. El gobierno anterior, al que muchos sectores de izquierda acompañamos, tuvo grandes avances, pero también muchas limitaciones. Se trata de mostrarlas y proyectar superaciones.

Unir la izquierda del campo nacional y confluir con identidad propia en los futuros combates
En un mundo donde el capital financiero gobierna, la Argentina necesita afianzar el rol de su Estado, no solo como contralor, sino como participante activo de la actividad productiva. Para alcanzar su verdadera independencia y para que se hagan realidad las promesas incumplidas de la campaña de Cambiemos, la Argentina necesita grados de integración regional que presupongan la captura y centralización de divisas por el Estado, lo que permitirá minimizar su uso en intercambios extrarregionales: en términos "desarrollistas", necesitamos como país un plan al menos sudamericano de dragado y navegabilidad de ríos interiores, tendido de rutas y ferrocarriles, creación de universidades, fundación de un banco latinoamericano.

El objetivo principal hoy es que se vaya el gobierno actual, construyendo una gran fuerza sin sectarismos. Pero también necesitamos unir a aquellos que consideran que es necesaria otra participación de l@s trabajador@s en las decisiones, una autonomía absoluta respecto a los centros de poder imperialista, la prioridad de los pueblos por sobre las propiedades, el reconocimiento igualitario del lugar que la mujeres se han logrado en la calle, y seguramente un nuevo reacomodamiento jurídico de la Argentina que deberá culminar en la redacción de una reforma constitucional.


Por eso insistimos en la necesidad de un esfuerzo por la unidad de la izquierda del campo nacional. Confluir con identidad, para dar las peleas que se vienen.

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