Por Nestor Gorojovsky
El 21 de septiembre de 2018, un oyente del en modo alguno
antikirchnerista programa mañanero Página Abierta, del periodista Jorge
Chamorro, llamó a Radio Cooperativa AM770 para plantear que "Macri gana
porque la gente huye, huye, de este asunto de Cristina, no necesariamente por
el tema económico. Yo soy uno de ellos".
No se trata de un macrista duro (en ese caso no sería oyente
de Chamorro). Se trata de un argentino del común que plantea un aspecto de la
realidad política que suelen desconocer quienes siguen sin entender porqué
Macri obtuvo suficientes votos en la segunda vuelta de 2015 como para llegar,
arteramente, a la primera magistratura de la nación.
Esos votantes "huyeron", ante todo, de los "excesos" y "desmanes" del kirchnerismo. Por ejemplo paradigmático, de las grandes movilizaciones callejeras, permanentes, muchas veces inesperadas, que no culminaron en grandes transformaciones estructurales. Y que, por eso mismo, les parecieron mera permisividad clientelista, desmán, desorden y griterío.
Reconocen que la política económica del kirchnerismo los
benefició... pero sienten, aunque no lo digan, que vivieron en vilo ante el
temor de vaya uno a saber qué locura "extremista". Y por eso
"huyeron" y, según el oyente, "huyen" y, por lo tanto,
están dispuestos a aceptar cualquier cosa mala que se diga de ese gobierno que,
no lo niegan, les permitía vivir mejor.
El estilo, las formas, pueden ayudar -y decisivamente- a
perder una elección. No conviene sustentar una política moderada, de vía fría,
en grandes movilizaciones callejeras que, por su propia existencia y algarabía,
llevan al electorado con las necesidades básicas satisfechas a temer las
"utopías". Del mismo modo que no se puede sustentar una política
potencialmente revolucionaria (como el enfrentamiento a los fondos buitre, a la
banca internacional, a los grandes rentistas agrarios, etc.) apartando de la
acción y participación política a las grandes mayorías.
Para votantes como el oyente, que podrían votar al campo
nacional en contra de Macri bajo formatos más moderados y darnos la victoria en
2019 a los argentinos contra los extraterritoriales, el "vamos a
volver" suena a amenaza. Eso no se resuelve con el "Macri les va a
enseñar lo que es bueno".
Pero eso es, justamente, lo que esta semana planteó a su
manera -en un breve envío a la red Facebook con el título de
"Argentina"- el sicoanalista y pensador Jorge Alemán, seguidor de
Ernesto Laclau de mucho predicamento entre partidarios de la ex presidenta
Cristina Fernández de Kirchner.
En su nota, Alemán observa el actual panorama nacional y
sobre las tareas pendientes constata y lamenta: "Qué gran esfuerzo de
nuevo, sólo para encauzar lo que no se tendría que haber desviado nunca."
Muy adecuada afirmación. Pero Alemán concluye: "Ahora
que el orden civil de la Dictadura ha mostrado totalmente su rostro una nueva
oportunidad para la justicia, tarde o temprano, será posible."
¿Desde cuándo el campo nacional abrazó esta forma de
"La letra con sangre entra"? El pueblo argentino no necesitaba saber
qué era el "orden civil de la Dictadura". No necesitaba, al menos,
aprenderlo de este modo.
Quienes sí debían necesitarlo, en todo caso, son todos los
que, incluso desde el propio campo, después de haber espantado al electorado
conservador sin haber profundizado revolucionariamente el rumbo del gobierno,
le quitaron esfuerzos (e incluso actuaron para sabotear de hecho) a la campaña
electoral para que llegara al gobierno Daniel Scioli. Especialmente lo
necesitan quienes no quisieron admitir las consecuencias de un funesto
divisionismo sectario, que veía en cualquier disidente una traición.
Para vencer en las elecciones de 2019 no podemos reiterar
esas conductas, especialmente cuando, como bien asegura Alemán, en "los próximos
meses se pondrán a prueba las reservas éticas, políticas y militantes del país.
Una vez más su derecha oligárquica y neoliberal quiere destruir cualquier
proyecto de que resurja una experiencia nacional y popular".
Para ello requiere "mucha prudencia y tacto para evitar
lo que ellos buscan: salidas explosivas o desesperadas", pero también
harán falta para evitar lo que nosotros logramos: rechazos temerosos y
radicalizados.
Es cierto que, como poéticamente resalta Alemán, "en la
corriente del rio crece sin parar una fuerza que le dice que no a todo lo que
este gobierno quiere legitimar", pero también se requiere sumar a esa
fuerza la que nace de la confianza en que aquellos que se propongan para
oponérsele sepan respetar y dar sitio digno a aquellos que, quizás, no deseen
más que aquello que el kirchnerismo llevó a la práctica más allá de todas sus
incendiarias apelaciones.
Las elecciones se ganan con votos. Los países se regeneran,
y las naciones, las patrias grandes, se construyen con firmeza y generosidad.
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