Por Nestor Gorojovsky
La renuncia de Ricardo Lorenzetti abre la puerta para que el Dr. Carlos Rosenkranz asuma la presidencia de la Corte Suprema de Justicia. En la interna de la alianza Cambiemos, estamos ante una victoria de la Dra. Elisa Carrió. Y en lo que hace al manejo de la cosa pública estamos ante una victoria de los Estados Unidos de América del Norte.
Yerran quienes afirman que con Rosenkranz a la cabeza la Corte Suprema se pinta de amarillo. Yerran quienes suponen que empieza a tocar el Clarín.
Rosenkranz es un típico abogado de grandes empresas, de los que en el fondo del corazón lamentan que exista una legislación laboral, de los que si pudieran volverían a poner las relaciones laborales bajo el látigo del Código Civil de Vélez Sársfield.
Pero es más que eso: Rosenkranz es un hombre de derechas que se formó en las argucias de los abogados estadounidenses, un representante de la juridicidad de los Estados Unidos, que está dispuesto a aceptar los argumentos progresistas mientras sean yanquis.
A partir de ahora quizás desaparezcan los crucifijos de los despachos del Poder Judicial, pero también habrá que ir viendo cómo, en los hechos aunque no en los símbolos, todos los tribunales de la Nación empezarán a llevar banderas de Estados Unidos en sus mástiles.
No olvidemos que el actual embajador estadounidense en la Argentina expresó su voluntad de colaborar en la "mejora" de nuestro poder judicial.
Washington cree que manipulando la ley y los medios podrá cerrar su pinza sobre nuestro país, al que quiere poner de rodillas para que pague con sangre sus permanentes rebeldías.
Sin un Poder Judicial vasallo, plenamente entregado a su voluntad, no le iba a ser tan fácil. Ahora, es seguro que con Rosenkranz a la cabeza la Corte Suprema lanzará sistemáticos fallos contrarios a los intereses de los trabajadores. Pero también, y esto es lo fundamental, contrarios al interés nacional de los argentinos.
Y la jugada busca condicionar, especialmente en este último punto, al gobierno entrante, en la cada vez más probable circunstancia en que el títere Mauricio Macri lleve al Pro y su comparsa a una derrota que puede llegar a ser antológica en 2019.
La Comisión de Economía del PJ envió al FMI una nota informándole que no le conviene seguir dándole dólares al macrismo en el poder (ya nos enteraremos, quizás, de si esta nota firmada por Guillermo Moreno tuvo o no peso para que la casa de empeños de la Sra. Lagarde le retaceara a Macri los 3.000 millones que le había prometido para la semana próxima).
Sería bueno que la presidencia del PJ informe al Embajador estadounidense en la Argentina que no le conviene seguir inmiscuyéndose en nuestra administración de justicia, como para ir avisándole a Rosenkranz que su mandato puede llegar a durar muchísimo menos de lo que imagina.
En tanto, el verdadero rostro del pueblo argentino empieza a aflorar en múltiples protestas en todo el país, ninguneadas por el sistema de los medios pero que conocen todos los militantes del campo nacional porque la información se filtra por múltiples canales.
Entre tomas, paros y movilizaciones todas las centrales obreras están convergiendo sobre el 24 y 25 de septiembre, en que hasta los caracoles y las tortugas detendrán su marcha para protestar contra el régimen colonial macrista.
El mejor signo de que la quietud es aparente está en la creciente resistencia de los gobernadores de la oposición a sentarse en la silla eléctrica del Presupuesto del FMI. Salvo los ya irreductiblemente entregados al bloque antiargentino de los neoliberales, entre los que descuella el cordobés Schiaretti, todos, con un tono más o menos estentóreo pero siempre lapidario, se negaron a cerrar su complicidad con la banda macrista, y dieron aviso: "El presupuesto lo discutiremos en el Congreso, por más que Frigerio siga queriendo extorsionarnos".
Todas estas resistencias muestran que se van dando las condiciones para generar una síntesis unificadora del campo nacional. Que ello suceda es crucial para el destino final de la República Argentina y el modo en que se sale de la tierra arrasada que dejará el peor gobierno de nuestros 209 años de vida independiente.
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