Editorial por Néstor Gorojovsky
El dúo Pinedo - Pichetto y la intervención del PJ
El dúo Pinedo - Pichetto y la intervención del PJ
Semanas atrás, Nicolás Massot le informó a los radicales que apoyan a Macri -en un supuesto desliz “fuera de
cámaras”- que el futuro del partido de Yrigoyen sería morir o disolverse en el
Pro, que a su vez intentaría hegemonizar una alternancia entre Cambiemos y un
peronismo renovado.
El 24 de marzo de 2018 (nada menos…), el
diario “La Nación” publicó un reportaje al senador peronista Miguel Ángel
Pichetto, quien, ávido de renovar, corroboró como opositor la “doctrina
Massot”.
Tras defenestrar pavlovianamente al
kirchnerismo, Pichetto planteó que para “ser competitivos”, los peronistas “deberíamos hacer un compromiso con la
sociedad de renuncia a cualquier modelo intervencionista de corte estatista …
abonar un camino de construcción más ligado a un capitalismo moderno y no a
marcos cerrados como fueron en los últimos cuatro años el cepo y la no salida
del default”. Es decir, para ganar
alguna vez, el peronismo debería convertirse en una forma “popular” de
Cambiemos.
Ya una semana antes la agencia oficial
Télam había publicado un reportaje al también senador nacional Federico Pinedo,
del Pro, quien advirtió al peronismo que se equivocaba si creía que cuando no
esté Macri “la Argentina va a ser la misma de antes y que no cambió nada”. La oligarquía, según esa tesis, llegó al
poder en diciembre del 2015 para imponer su propio “Nunca Más”.
Para
el senador oligarca, los DDHH, la vida democrática y el control ilimitado de
nuestra economía por la cúpula concentrada, monopólica y antinacional, son
igual de sagradas. Después de Macri, quedarán fuera
de toda discusión “la democracia, el respeto a los derechos humanos", y
una economía "de base privada, de inversión privada, con conexión al
mundo".
A la perrada le concede democracia y DDHH, pero la cúpula librecambista, privatista,
antinacional y antiestatal se queda al mando para siempre. Según el Pro,
comandar la economía es el derecho humano y democrático de los oligarcas y las
empresas imperialistas.
Reapareció el “partido único de la
dependencia” que se expresó tan magníficamente en la elección que ganó De la
Rúa casi veinte años atrás. De lo que se trata es de negar, de hacer desaparecer, la rebelión popular
de diciembre de 2001.
Los argentinos, los de verdad, tendremos
entonces que reivindicarla tal como lo hacemos con los 30.000 desaparecidos: como el origen, más allá de sus errores y
defectos, de una democracia que se haga temer por los poderosos, y termine con
los vendepatria y los resignados.
Después de diciembre de 2017, nuestro
pueblo se reagrupa, lentamente. Si lograra llegar en buena forma a las
elecciones de 2019, deberá estar preparado para enfrentar una realidad durísima
y actuar en consecuencia. Como sintetizó hace poco el Lic. Aritz Recalde, el
desastre que dejarán el Pro y Cambiemos no dejará “margen para mantener la alta
rentabilidad de los grupos económicos y distribuir la riqueza como en el ciclo
histórico de 2003 a 2011”. Si el peronismo del futuro, dice Recalde, no
modifica la “estructura económica concentrada, extranjera y oligopólica … será
un mero administrador y perpetuador en el tiempo de la actual crisis económica
y social”.
Toda esta tesis se ha visto confirmada en
los hechos con la inicua intervención al Partido Justicialista (ver declaración
de Patria y Pueblo en este mismo
número), que procura convertirlo en el “peronismo prolijo” del Partido Único de
la Dependencia para amordazar de ese modo al pueblo argentino, al cual
entretanto se va sometiendo a un sistema policíaco de espionaje generalizado.
Y, para coronar el sistema, el Pro se
dedica a confeccionar una administración de justicia digna de esos jueces de
paz mitristas que mandaron a Martín Fierro a los fortines y convirtieron a Juan
Moreyra en un sicario de los poderosos.
Solo hay un modo de impedir que este
programa termine consolidado: que el campo nacional y popular se presente en
unidad a las presidenciales, con la simple consigna central de “Fuera Macri”. Esas dos palabras sintetizan
un programa básico de ejes de recuperación de la Patria. Esa unidad no
puede brotar mágicamente “desde abajo”. Deberá conseguirse también, y
fundamentalmente, en el plano dirigencial. Sin
dirigencias capaces de hacerla propia, la resistencia masiva que despierta el
plan del Pro se disipará o será reprimida eficazmente.
La unidad no se logrará excluyendo a nadie
de antemano. Cada ala y sector del movimiento nacional deberá organizar sus
filas antes de (y con rumbo a) confluir en un frente unificado. Nadie tiene que
tratar de ganar su interna cooptando sectores cuya presencia baja el precio,
ante otros potenciales participantes, de cada encuentro parcial. Cada uno en su
lugar, para poder confluir bien.
¿Cuál es el lugar de las argentinas y
argentinos que, sin ser peronistas, participamos junto al peronismo, con
banderas socialistas, de esa magna batalla? Ese lugar es la construcción de una
fuerza de Izquierda Nacional que –sin hegemonismos– sepa aglutinarnos. Desde
allí podremos aspirar a combatir para que el fin del macrismo sea todo lo profundo
que exija la hipoteca que recibiremos. Ése es el desafío. A trabajar.
Puna jujeña -La Siberia Argentina- marcan treinta mil desaparecidos y diez mil niños
ResponderEliminarsin certificado de nacimiento ni certificado de defunción, en tráfico de menores, comercio de órganos, arrojado a un barranco, o dado en ofrenda a los ángeles del cielo, el cóndor andino; que son capaces de encubrir tan solo en diez minutos.Y los treinta mil restantes entre niñas, niños, adolescentes y jóvenes; aparecen incinerados en espacios reducidos en diferentes puntos del país o extranjeros como Cuba, España, Oriente…O vendidos como esclavas prostitutas, o en las tareas de la servidumbre o analfabetos en campos rurales. Confirma el acrecentamiento escaso o nulo de las poblaciones de la puna jujeña. Luego el genocidio argentino es latente, vinculante no a un proceso de reorganización nacional, sino a un proceso de reorganización política, una inducción al suicidio cultural que hoy llamamos etnocidio; que no permite la participación a una consulta previa. Y con el genocidio es, transformar la identidad del grupo oprimido e imponer la identidad del grupo opresor. Es seguir una estructura sociopolítica y jurídica, para una viabilidad en la explotación de los recursos naturales, sin consulta previa.
.- Se trata de Abra Pampa en la Puna Jujeña, condenados por la codicia capitalista de los empresarios y mineras, un desastre ambiental que aún no tiene responsables ni culpables, pero que la sufren miles de habitantes-.
-Un informe de la Universidad de Texas, dirigido por el argentino Ariel Dulitzky, dio cuenta de que el 81% de los chicos analizados mostraba altos niveles de plomo en sangre-
- El Estado construyó un discurso de negación de la realidad indígena del país a partir del mito del "crisol de razas" que permitió el sometimiento de las poblaciones aborígenes, desde los mapuches a los qom, los wichis o los pilagá.-