Mucho sucedió desde 1976 hasta hoy. Pero el mismo poder económico que usó de escudo las manos ensangrentadas de los militares para destruir la base misma de la democracia argentina, que es el desarrollo industrial, se hicieron desde 2015 de los resortes directos del Estado para terminar esa faena.
Como no pueden desatar una masacre porque el gobierno al que suceden no terminó en el caos que trataron de promover, se camuflan de “democráticos” y "gradualistas". Pero todos sabemos que detrás de Macri está Cavallo, que detrás de Cavallo está Videla, y que el fantasma siniestro de Martínez de Hoz sigue cubriendo, pese a todo, el horizonte de nuestra Argentina.
Ese fantasma se corporiza hoy en el régimen macrista. Régimen dispuesto a ofrecerse al extranjero como una gavilla de "nativos" cuya única función sea la de administrar al país como una colonia del capital extranjero y como una plataforma de exportación de materias primas, así como de saqueo directo o financiero de nuestras riquezas.
Todos sabemos que este plan no puede imponerse sin violencia y que el PRO, el partido de la extranjería más pura, quedará solo y hasta la base de sus aliados radicales terminará sufriendo las consecuencias de su accionar.
Es evidente que el "Nunca Más" quedó inconcluso. Se castigó, no sin largos períodos de inacción y hasta de intentos sistemáticos de olvido en otras etapas de vigencia del neoliberalismo después de 1983, a responsables directos de los delitos de lesa humanidad, pero hasta ahora quedaron impunes los responsables reales y profundos de toda la tragedia.
Esos responsables siguen digitando nuestra vida, y son básicamente las fuerzas de donde brota este gobierno de apátridas, extraterritoriales y gerentes de empresas imperialistas.
Para que el Nunca Más sea definitivo, los argentinos empezamos a unificar nuestras fuerzas, con el único pero gigantesco objetivo de terminar, esta vez para siempre, en un Nunca Más económico y social que pondrá fin a la permanente amenaza del horror.
Por eso estamos todos juntos en esta Plaza. Porque hoy la Argentina necesita, como nunca antes, salvarse de la tiranía económica de los grandes rentistas y monopolistas que confunden la existencia de un mercado con su derecho medieval a decidir, desde sus privilegios, el destino general de la Patria.
Y porque ellos tienen reservado un destino de horror a un pueblo que jamás podrá aceptar mansamente que nueve de cada diez argentinos pierdan su dignidad y sus más elementales derechos para satisfacer el parasitismo del décimo restante y el saqueo. Tanto uno como el otro exigen represión y muerte, sea a través de medidas criminales o de ataques directos a la vida humana por los medios que hagan falta. Por eso este 24 de marzo es especial.
Porque tenemos que volver a tener una justicia orientada al interés popular y al interés nacional. Y con el Pro en el poder, eso es impensable. Y porque a la corta o a la larga, si permitimos que esta banda de empresarios corruptores y saqueadores siga adelante con sus planes, la Argentina se convertirá, como ya empezamos a verlo, en un infierno cada vez más comparable al vivido después de 1976.
Nunca Más, pero completo y definitivo.
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