En las elecciones del 22 de noviembre de 2015, el 48% de los
argentinos optó por la propuesta de industrialización con inclusión social y
mercado interno que planteó en su campaña el candidato del Frente para la
Victoria, Daniel Scioli.
Inmensa es la responsabilidad que le cabe al plebiscitado
compañero, quien lejos de ser responsable de derrota alguna es víctima de la
conjura antinacional del estáblishment y los sectores agroexportadores.
Habrá que discutir
cómo, a partir de ese 48% inconmovible, los argentinos reconstruimos un
movimiento nacional que, como bien dijo Scioli en el digno discurso con que
anunció la aceptación de su derrota temporal, tendrá a los trabajadores como
eje.
Serán esos trabajadores quienes podrán defender a la Patria,
como siempre lo hicieron y lo harán. En poco tiempo se reencontrarán con las
clases medias y bajas de las grandes ciudades, encandiladas con promesas
vacías, pero que serán las víctimas privilegiadas del holocausto económico
neoliberal que se avecina.
Lo reconstruiremos potenciando la admirable movilización
espontánea de las masas que intentó apoyar a Daniel Scioli.
No lo reconstruiremos a partir de quienes, llevados por su
ceguera, su obcecación y su sectarismo, incurrieron en una incuria que esterilizó,
finalmente, las mejores esperanzas de una generación entera de jóvenes
argentinos.
Hoy, la voz de orden será la de unirnos todos en torno a las
dirigencias que el pueblo argentino plebiscitó para que lleven adelante la gran
batalla, y no en aquellas que suponen que una derrota como la que hemos sufrido
es un mal menor en el camino hacia su imposible retorno al poder en 2019.
Esos ya viejos dirigentes serán apartados. Nuevos dirigentes
aparecerán.
El objetivo del bloque antinacional es claro: liquidar a un
dólar altísimo los millones de toneladas de soja que tienen acaparados desde
hace años, para compensar internamente la caída internacional del precio de ese
producto.
Lloverá dinero en las cuentas bancarias en el exterior.
Lloverá miseria sobre el conjunto del pueblo. Ése es el objetivo de Mauricio
Macri, que ni siquiera se atrevió a plantear en su discurso de victoria,
plagado de llamados menemistas a la salvación individual en un país que se
hundirá en el caos y la abyección más absolutas.
Es por eso que todas las provincias agroexportadoras
apoyaron masivamente a Mauricio Macri. Solo los proletarios y excluidos del
área metropolitana le impidieron imponerse en la Provincia de Buenos Aires,
bastión fundamental de nuestra oligarquía.
No prevalecerán. La resistencia acaba de empezar. El pueblo de San Martín, el pueblo
bolivariano y artiguista, inicia su larga marcha para reconstruir sus fuerzas y
su movimiento.
Secretariado Ejecutivo Nacional
Néstor Gorojovsky, Rubén Rosmarino, Pablo López, Lorena
Vázquez, Jacinto Paz.
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