Editorial por Nestor Gorojovsky
Un
recambio ministerial nacional burgués que paradójicamente exigirá movilización
en su apoyo
El retorno de la Presidenta y el cambio de gabinete encrespó a la oligarquía
El retorno de la Presidenta y el cambio de gabinete encrespó a la oligarquía
Pinedo es el único oligarca vivo en el Parlamento argentino
que, a diferencia de su colega de clase, Felipe Solá, mantiene la más íntima
pureza de su pensamiento antipopular. Concretamente, ironizó desde su
ignorancia soberbia: “Un marxista en el siglo XXI es como decir ‘soy partidario
de la economía (del gaucho) Juan Moreira’. Capitanich es un tipo racional. No
sé si aplicará su conocimiento o algún gualicho mágico” (Fuente Clarín).
Curiosamente, Pinedo -que ahora habla del “marxismo” de un
ministro keynesiano orgánico- nada dijo sobre el “marxismo” de los “socialistas
revolucionarios” del FIT cuando éstos se alzaron con tres bancas
parlamentarias. Es hombre serio. A él lo que le interesa es un supuesto
“marxismo” que defiende el interés nacional (en su más cruda expresión
nacionalista burguesa) y no un “marxismo” de verborrea que lo ataca, como el de
la cría de Juan B. Justo, Nahuel Moreno y Peña que tanto festeja sus logros en
las parlamentarias.
Pinedo sabe muy bien que aquello que él, los suyos y sus
socios y mandantes extranjeros denominan “marxismo” no es más que el modo
despectivo y exorcizante que tienen para denominar aquello que realmente temen:
el antiimperialismo objetivo en el ámbito de la economía.
Kicilioff es, en principio, eso, y ellos no lo ignoran. Es,
en su materia, un patriota inteligente. Combinación que temen mucho: un
economista nacional burgués que no ignora la sentencia de muerte que pesa sobre
el modo de producción capitalista (lo que le permite despreciar la apologética
“ortodoxa” con que el imperialismo intenta imponerse hoy como única opción
válida para la humanidad), ni olvida que el enemigo principal de la humanidad
es el saqueo imperialista (lo que le permite tener en claro por dónde vienen
los mazazos).
En cuanto a los demás: la biografía de Fábrega muestra que
Cristina Fernández de Kirchner colocó un burgués orgánico al frente del BCRA.
Ojalá que la burguesía sepa cuidarlo, como no lo supo hacer con los “marxistas”
del equipo de Gelbard. Es muy probable que Fábrega empiece a recibir rayos de
todos lados, porque sus ideas, que no tienen “lustre de izquierda”, poseen peso
nacional. Los que ahora dicen que es un hombre de compromisos a diferencia de
Marcó del Pont, pueden estar haciéndolo para exorcizar el dato fundamental de
que a diferencia de Marcó del Pont, es un intelectual práctico, un burgués
espontáneo de origen popular y formación autodidacta.
Frente a la Dra. Marcó del Pont, que con todos sus méritos
nunca dejó de ser la intelectual desarrollista de izquierda que ella jamás negó
haber sido, tenemos ahora en el Banco Central al representante de una tendencia
interna -débil, y casi seguramente sin sustento interno en la clase- del
empresariado argentino, abierta por la vía de la práctica a la superación de
los límites ideológico-políticos del desarrollismo. En cuanto a Capitanich en
la Jefatura de Gabinete, parece ser que el “Coqui” intentará tender puentes
hacia la intratable oposición que tiene CFK (no sabemos si lo logrará, pero es
muy probable que lo haga con más cintura que Abal Medina). Habrá que verlo, y
habrá que ver también cuánto aire le dan los “operadores” tradicionales. Si no
se lo dan, entonces el intento - obvio - de nombrarlo para domesticar un frente
interno encrespado inútilmente por un sectarismo de corto alcance puede llegar
a revelarse demasiado tardío. Sería bueno, aunque difícil de resolver, que este
cambio de Abal Medina por un “político territorial” cuaje. Para ello hará
falta, entre otras cosas, verificar hasta dónde está dispuesto el gobierno a
modificar su relación con el movimiento obrero y la clase trabajadora.
Finalmente, Casamiquela llevará todo el desarrollo técnico
del INTA a Agricultura. Ya salieron a pegarle “por izquierda” acusándolo de
“ser Monsanto” los mismos que durante “la 125” apoyaron a la Sociedad Rural y
los rentistas del suelo de poca monta que dominaban en ese momento la
Federación Agraria Argentina. No está totalmente claro qué significa “ser
Monsanto” en un país que si deja de exportar soja se hunde en seis meses. Pero
sí está claro que Casamiquela no es la Sociedad Rural Argentina ni es CARBAP.
El acecho del enemigo
El Gobierno Nacional, en estos 10 años, les ha ofrecido a
los argentinos una alternativa superadora de los últimos 35 de gobiernos vendepatrias.
Para dar esos avances, el gobierno, queriéndolo o no, se apoyó en la
movilizaciones populares que lo precedieron (19 y 20 de diciembre) y en las que
lo acompañaron. Si se reunifica al frente nacional (reincorporando a los
trabajadores activamente, a sectores del peronismo “político” y a los sectores
medios asalariados) pero no se lo direcciona a enfrentar al enemigo principal,
el rumbo corre peligro. El último motín policial muestra a las claras que si el
pueblo no está organizado para defender al Gobierno Nacional, corren riesgo los
últimos 70 años de lucha del pueblo argentino y los últimos 10 años del
kirchnerismo. Sin la movilización popular, el gobierno queda preso de un
electoralismo que muchas veces, y en determinados contextos históricos, no
refleja la conciencia de pueblo argentino, sino solo un estado de ánimo.
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