Este
gobierno convirtió la que alguna vez fue Capital Federal de Todos los
Argentinos en una Ciudad Autónoma de los Privilegiados Antinacionales y
Antipopulares. Especuladores, intermediarios, contratistas del Estado,
financistas sin más patria que la evasión fiscal y el dólar ilegal, punteros al
servicio del poder, matones y barrabravas de puño cobarde y escribas a sueldo
de la oligarquía y del imperialismo se arracimaron bajo el manto de su
"Pro". Con su propuesta de transformar al distrito más rico de la
aglomeración más grande del país en un coto cerrado para quienes pudieran
pagarlo, obtuvo total apoyo de los que todavía hoy hacen del exclusivismo
antinacional de la ciudad de Rivadavia y Mitre su divisa excluyente.
Macri
no gobierna por métodos democráticos. Nunca lo hizo. Se inauguró con la mítica
UCEP, unidad de choque dedicada a patear a los "sin techo", quemarles
sus pertenencias, expulsar ilegalmente y en nocturnidad alevosa centenares de
familias de las viviendas improvisadas que habían logrado instalar en
conventillos abandonados del Sur. Esa fue su marca de fábrica. La violencia
callejera de las banditas fascistas de la pequeño burguesía racista, desclasada
y semicriminal que tantos servicios le prestaron mientras hizo lo que él lama su "iniciación en la
política": la presidencia de Boca Juniors.
De qué
podemos asombrarnos cuando luego pone al "Fino" Palacios al frente de
una Policía Metropolitana que se especializa en atacar con bravura a médicos,
enfermeros y pacientes de un hospital neurosiquiátrico...
Macri
explicó desde el vamos que su héroe declarado en la intendencia fue el
Brigadier Cacciatore, bombardeador de civiles inermes en 1955 y posteriormente
déspota urbano del videlato, especialista en sacar pobres del distrito federal
para arrojarlos en camiones a los últimos rincones de la aglomeración Buenos
Aires, en los confines de los partidos más alejados del conurbano.
La
dictadura de Macri no se liquidará solamente concentrándose en arrebatarle
parcelas de poder urbano en un combate interminable para poner en marcha
subgobiernos comunales. A Macri se lo desplazará también convenciendo a la
mayoría de los porteños, a los peronistas que ocupan sus barriadas más humildes
y a los integrantes más conscientes de las clases medias, de que no se puede
gobernar contra la voluntad mayoritaria del país, ni tampoco sacándose de
encima los pobres para administrar un country club de privilegio.
Macri
es la Ciudad de la Furia. Solo apelando a las reservas patrióticas, nacionales
y solidarias de los humildes de la ciudad, Buenos Aires dejará de ser la Ciudad
de la Furia y volverá a ser la Capital Federal de los argentinos.
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