Enfrentamos un año decisivo. En las elecciones presidenciales de octubre no solo se dirime la primera magistratura sino dos modelos de país. A la continuidad de un modelo progresivo iniciado en el año 2003 se opone la intención de restaurar el neoliberalismo profundo de la segunda década infame: los años ´90.
En ocho años de Gobierno Néstor Kirchner primero y Cristina Fernández después recuperaron empresas estatales que habían sido privatizadas fraudulentamente, recompusieron los salarios de los trabajadores mediante la reapertura de las paritarias, mas de 4 millones de personas pudieron obtener su jubilación, emprendieron una política correcta de DD.HH. retomando los juicios a los asesinos del Proceso, y generaron una política exterior independiente de las grandes potencias imperialistas y que paulatinamente avanza hacia la unidad latinoamericana. Además supeditaron el programa económico a la voluntad política. El pueblo argentino ha recuperado su dignidad y buena parte de su fe en la política.
Por todo esto, y a pesar de las enormes tareas que quedan pendientes, el bloque oligárquico y sus representantes no soportan la idea de un tercer gobierno kirchnerista, las reivindicaciones populares no son parte del programa político de la oligarquía, cargado de privatizaciones, aniquilación del aparato productivo y del Estado.
Si bien la coyuntura actual favorece al oficialismo, no es momento de dormir en los laureles y las encuestas. A partir de hoy comienzan largos meses de campaña tanto para el campo nacional como para el campo antinacional.
El establishment (militantemente, como en el conflicto por la resolución 125) echará mano a todos los recursos desestabilizadores existentes, buscará capitalizar cada error que se cometa y cooptará cada crítica (aún la mejor intencionada), para reconquistar las posiciones perdidas desde 2001, pero por sobre todas las cosas buscará atomizar el incipiente Frente Nacional que intenta profundizar los rumbos de nuestra Patria. Su principal arma, la extorsión y amenaza de espiral inflacionaria, debe ser enfrentada con medidas firmes: fundamentalmente,
• una decisiva intervención del Estado en el comercio exterior y en las cadenas de comercialización interna, y
• una creciente participación de las representaciones gremiales sobre el proceso de fijación de precios, en especial en las empresas consideradas “formadoras de precios”; la efectivización del siempre evadido derecho constitucional a la participación en las ganancias, que ni siquiera es originario del campo nacional sino de la Constituyente proscriptiva de 1957, permitirá dar los primeros pasos en este sentido.
Para asegurar un triunfo contundente de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, este año el gran Frente Nacional debe unirse y fortalecerse en torno a estas ideas-fuerza, que son las que mejor expresan las necesidades comunes de todos los sectores de nuestra sociedad amenazados por la restauración del estáblishment.
El voto debe ser programático, por un modelo de país. Los “equilibrios“ formales de fuerzas opositoras en el Poder Legislativo demostraron que la oposición nucleada en el Grupo A no puede brindar una sola respuesta a los problemas irresueltos de nuestro país que supere las ofrecidas por el kirchnerismo.
Contra el imperialismo, la oligarquía y sus aliados, contra los personeros del atraso, los compatriotas que apoyamos al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner debemos aprestarnos para una batalla “cuerpo a cuerpo” en la cual es imprescindible la participación popular: recuperar las calles, formar cuadros políticos sólidos y plantear medidas que profundicen el rumbo iniciado el 25 de mayo de 2003 para así, de una vez y para siempre, tener la Patria Grande, Justa, Libre y Soberana que los argentinos y latinoamericanos merecemos.
Comentarios
Publicar un comentario