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"La Nación" busca meter cuña entre la CGT y el gobierno

O como bajar línea desde los titulares periodísticos

Cabía esperar que "La Nación" le pegara fuerte a la CGT, cualquiera que fuese su reacción ante el pedido de prudencia hecho en Santa Fe por la presidenta Cristina Fernández.

Ante todo, correspondía instalar la noción, no necesariamente explícita, de que no se estaba ante un pedido o ante una absolución de posiciones, sino ante una orden o, en su defecto, un ruego. En segundo lugar, convertir todo en una disputa entre personalidades fuertes. No se trataría de la CGT y la Presidencia, sino de "Moyano" y de "Cristina Fernández".

"Moyano" acataba la "orden presidencial" (o se apiadaba por el "ruego"), y moderaba sus reclamos, los miembros del Consejo Directivo de la CGT serían traidores a su clase y "La Nación", siempre presta a luchar por la legitimidad de los representantes sindicales (salvo los de sus trabajadores, por ejemplo), hubiera encontrado el modo de resaltar que son burócratas irrepresentativos, etc.

Por ejemplo, omitiendo las palabras "jefe", "cacique" o similares cuando los nombra. Beneficio delque gozan, por ejemplo, Barrionuevo o Cavallieri.

Si en cambio "Moyano" rechazaba esa orden o desatendía el ruego, la dirigencia cegetista sería pasible de criminalización como reo de lesa ganancia empresaria. En tal caso había que crucificarla como una banda irresponsable de enemigos del pueblo que había que enfrentar.

Por ejemplo, como ya lo intentó "La Nación" con el cadáver de Néstor Kirchner apenas enterrado, ofreciéndole su apoyo a la Presidenta en caso de un intento sindical de tomar el poder por asalto.

Pero la supuesta disputa entre las dos personalidades fuertes es pura fantasía.
La respuesta de la CGT fue otra: optó por actuar sin dramatismos pero sentando posición sobre /qué es lo que no se puede tocar si realmente se desea profundizar el rumbo/. Esto último no lo dijo, pero surge del propio contexto en que hizo sus declaraciones: la alianza entre CGT y gobierno es un valor estratégico que se apoya en el rumbo emprendido en 2003.

No hace falta ser Henry Kissinger para entender que esa alianza se fortalecerá o debilitará según se  mantenga y profundice ese rumbo o por el contrario se lo abandone. Nada espectacular: como en toda alianza, la suerte del acuerdo depende del cumplimiento de sus cláusulas, explícitas o implícitas.

Es en el fondo una expresión de la puja salarial (en el más amplio de los sentidos, el de una disputa por la proporción de la riqueza socialmente producida que a cada clase social le corresponde), que, eso sí (y La Nación lo ve con la misma claridad que la CGT o el Gobierno), tiene consecuencias estratégicas.

Pero ahora, después del 19 y 20 de diciembre, el combate a la desocupación, o sea la defensa de la tasa de actividad, se ha transformado en un valor social en sí mismo así como el 18 de diciembre todavía era un valor en sí mismo la convertibilidad uno a uno

Ahora bien: teniendo en cuenta que el sector agrario no puede brindar a los argentinos el empleo que permita defender la tasa de actividad, y esa defensa de la tasa de actividad tiene que pasar por una extendida reindustrialización de la Argentina, queda mal decir abiertamente lo que sí se dijo (o se hizo sin decir) durante décadas a partir de 1976: que hay que liquidar la industria argentina.

No es que no haya hoy quien lo diga: una consigna estratégica del bloque del atraso no puede morir mientras ese bloque dominante exista y siga siendo igual a sí mismo. Mantenerla viva es la especialidad de los verdaderos jefes gremiales del bloque del atraso, voceros sociales como Biolcatti o -especialmente- Llambías, gente que si no existiera habría que inventarla.

Pero "La Nación" tiene que afectar otra actitud. Y para ello transforma la actitud de la CGT, representación mayoritaria por lejos de los trabajadores argentinos, en la expresión de un artero enfrentamiento personal del "ambicioso Hugo Moyano" con la "confrontativa Cristina Fernández".

Particularmente interesante es la cabeza del articulo, por la precisión con que "marca la cancha" del resto de la nota y hace docencia de clase sobre los lectores de LN.

Dice que "En una jugada estratégica, Hugo Moyano tomó distancia y evitó ser él quien le respondiera a la Presidenta después del enérgico pedido a los gremios para que disminuyeran la conflictividad de sus reclamos. Sin embargo, la CGT, por medio de sus dirigentes de máxima confianza, le envió un mensaje certero a Cristina Kirchner: la central obrera prevé acentuar su exigencia por un aumento salarial que tendría como punto de partida "un 20 o 25 por ciento".

La sutil trampita está en la primera línea del texto.  "En una jugada estratégica, Moyano evitó responder a la Presidenta": esta frase sintetiza la instalación de una polémica a muerte entre dos personas (Moyano y Fernández de Kirchner), que en realidad no existe como tal. El mensaje se completa con un "Sin embargo, por medio de sus dirigentes de máxima confianza, le envió un mensaje certero a Cristina Kirchner". Aquí el eje no está en la información (resumida: "Moyano respondió claramente") sino en el modo en que se la presenta.

Ante todo, la adversativa inicial: ¿porqué "sin embargo"? Porqué no, simplemente "¿Respondió?"

En segundo lugar, la pretendidamente objetiva descripción del supuesto método utilizado para responder: "por medio de sus dirigentes de máxima confianza". Los entrevistados, cuando se los presenta de este modo, no son dirigentes que conforman una conducción colectiva, sino meros títeres de "Moyano".

Y, para terminar: el "mensaje" fue "certero" (esto inmediatamente asocia con la precisión de una flecha que da en el blanco, agregando aún más violencia a una descripción de algo que es perfectamente normal).

Al plantear así la noticia, LN busca meter una cuña entre la CGT y el gobierno nacional, o al menos darle letra a sus lectores para que hablen como si esa cuña existiera. /Impone el escenario/ sin necesidad de dar más explicaciones.

Que hay tensiones y diferencias sobre los ritmos de la acumulación y la redistribución, es absolutamente cierto. Siempre existieron. Y al fin de cuentas, es de lo que permanentemente "hablan" los empresarios con los sindicalistas. Las comillas valen porque esto es particularmente dramático cuando se trata de la camándula de "grandes empresarios" (el ahora bautizado Grupo de los 6) a quienes "La Nación" presta voz y educa al mismo tiempo.

Esos, cada vez que tienen la oportunidad, "hablan" con los trabajadores a través del aparato represivo del Estado: para limitarnos solo a la segunda mitad del siglo XX, digamos que bombardeos, desapariciones, torturas, vuelos de la muerte, etc. no fueron el producto de una perversidad innata de los uniformados sino el modo en que la base social del diario de los Mitre prefiere "conversar" con las clases subalternas.

No siempre pueden jugar a ese juego, sin embargo. Entonces, a disgusto, se sientan a negociar con el mersunaje. Cuando el Estado se mete en esa mesa y se inclina más hacia el lado de los trabajadores, entonces... hablan desde los cabezales de "La Nación". Que es un modo elegantísimo de retornar a los bombardeos, las desapariciones y las torturas, pero sin que se note en lo más mínimo.

Lo que se bombardea, se hace desaparecer y se tortura, ahora que no se puede hacerlo con la gente, es la tan perorada "independencia" y "objetividad" periodística de que hace gala la nave insignia de nuestra flota de ocupación ideológica, la "tribuna de doctrina".

La verdad es que /la polémica con que LN  pretende "informarnos" no existe/, no en los términos torcidos en que nos la presenta.

Pero LN sabe que la mayor parte de los lectores no pasan del titular y el primer párrafo, y ese título y cabezal se convierten, así, en un verdadero  "ejemplo de manual" de cómo se hace periodismo militante.

La minoría de lectores que se interna en el artículo ni siquiera se da cuenta de la contradicción entre lo que subyace al planteo de la cabeza y los datos de la realidad, vertidos con bastante fidelidad.

Los que "saben de qué se trata", a su vez, son una minoría dentro de esa minoría. Desechan aquello que tiene la cabeza de "lavado de cerebros" y toman lo que les importa: esos datos duros, la persistencia de una alianza estratégica que la CGT no piensa romper en favor de la oligarquía argentina, al punto que en el último párrafo se alerta sobre la /participación cegetista en el plan de obras públicas del gobierno/. Saben que cuando el artículo termina hablando del "palacio" de la CGT y resaltando el carácter colectivo (ergo, no autocrático, no mero "Moyano") de su conducción ("Vamos a dar pelea"), lo único que interesa son estas cuatro palabras finales.

Ellos saben bien que en el núcleo combativo de la conducción de la CGT está su más acendrado enemigo. Y generan las políticas pertinentes.

Pero esos, los que llegan hasta el punto final, son muy pero muy poquititos. Al resto les alcanza y sobra con el cabezal y los titulares.

Reproducimos al pie el artículo entero porque es una pequeña obra maestra. Hay que aprender de los Mitre y de sus redactores...

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