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Historia de un Estadista

HISTORIA DE UN ESTADISTA*

Es nuestro deber continuar su lucha contra la oligarquía y el imperialismo, junto con la compañera Cristina. Quizá sea un día de júbilos para los enemigos de la patria, pero de gran luto para los trabajadores y el pueblo argentino y latinoamericano.

Las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 significaron la ruptura hegemónica de la dictadura neoliberal instaurada en nuestro país el 24 de marzo de 1976. Esas jornadas constituyeron una victoria parcial del pueblo, como lo fueron el 17 de octubre y el 29 de mayo. Los sectores nacionales, populares y revolucionarios avanzamos ocupando espacios de poder y el gobierno del doctor Kirchner fue la mejor expresión de ese avance y de esa victoria parcial. Su gobierno fue también una expresión de las contradicciones entre esa victoria del pueblo y la continuidad de una estructura económico-social instaurada por la dictadura procesista. El avance de las fuerzas nacionales a partir de las jornadas de diciembre de 2001 tuvo su epílogo el 11 de marzo de 2008. Asistimos a partir de ese instante a la contraofensiva oligárquico-imperialista. El otoño suele ser oligárquico, la primavera de los nacionales.

El gobierno del doctor Kirchner fue caracterizado por los Socialistas de la Izquierda Nacional, en el momento de asumir, como un gobierno sin Estado: sin ferrocarriles, sin subterráneos, sin yacimientos carboníferos, sin YPF, sin Aerolíneas Argentinas, sin gas, sin teléfonos. El nuevo presidente accedía al poder político con un frágil 21% del electorado. El ex presidente Menem, al no presentarse a la segunda vuelta, deslegitimó el triunfo del nuevo presidente, que se hacía cargo del gobierno con la presión del sistema duhaldista de poder y millones de desocupados, indigentes y marginalizados. El doctor Kirchner logró en menos de dos años revertir la situación y tener un poder político propio y mejorar las condiciones de los que menos tienen. El país moribundo abrió los ojos y empezó a caminar. La situación en América Latina presentaba un panorama diferente al de las décadas de 1980 y 1990. Nuevos aires bolivarianos soplaban en el continente. A las experiencias del comandante Chávez, y Evo Morales se le sumaba el doctor Rafael Correa en Ecuador. La Revolución Cubana enhiesta sonreía con alivio ante la llegada de nuevas repúblicas que buscaban la unidad del Sur. El doctor Kirchner asumió esa nueva realidad sosteniendo que venía a construir un sistema capitalista nacional, a hacer una revolución no socialista sino keynesiana. En eso radicaba su progresividad.

El nuevo gobierno heredó un Estado oligárquico o sea un Estado inexistente. La desregulación menemista, continuadora civil del modelo procesista y de la Libertadora, desmontó todos los mecanismos de regulación y contralor estatal. El Proceso de Reorganización Nacional con el doctor José Alfredo Martínez de Hoz, conspiscuo representante de la Sociedad Rural Argentina, rompió el espinazo al peronismo. Lo atacó en su estructura. El error de la “Libertadora” y de la “Revolución Argentina” fue haber insistido en combatir al Movimiento Nacional teniendo en cuenta los aspectos superestructurales (prohibición de usos de los símbolos partidarios, proscripción política, anulación de las elecciones). En cambio, Martínez de Hoz corrigió ese error y despedazó socialmente la experiencia peronista, destruyendo su sustento: la industria. Lo hizo con los containers desembarcados en el puerto de Buenos Aires. Containers que hicieron mucho más daño al peronismo (un daño mortal) que los bombardeos de junio del ’55. Por eso, desde nuestro punto de vista, ya no existe el peronismo de la década 1945–1955. Subsiste en los aspectos superestructurales: la simbología, el recuerdo y la memoria histórica.

Podríamos definir al kirchnerismo como un intento por reconstruir los aspectos estructurales de la Revolución Nacional del siglo XX. Los precios internacionales proporcionaron al nuevo gobierno la ilusión de que no hacía falta una revolución para el desenvolvimiento pleno de las fuerzas productivas. Que la oligarquía había dejado de existir. Que el imperialismo podía coexistir con un gobierno emergido de la voluntad popular. La oligarquía terrateniente sojera, los pools de siembra, las seis grandes que manejan el comercio de exportación, el Grupo Clarín, los radicales K… La Casa Rosada lucía suculenta gracias a las exportaciones y generosamente iba reconstituyendo los tejidos de un país destrozado por la desidia oligárquica. Las fantasías del gobierno fueron esbozando un proyecto K: Néstor-Cristina-Néstor-Cristina. En los márgenes del poder se hablaba de dieciséis años ininterrumpidos en la presidencia de la Nación del matrimonio sureño. Ahora bien, pasados más cien días de conflicto atizado por la manera que se presentó la 125, el Frente Nacional expresado en la política del kirchnerismo fue derrotado en el Parlamento. Un espacio donde el gobierno se imaginaba imbatible.

La presidenta Cristina supo capear el temporal, y dar vuelta la situación avanzando con la Ley de Medios, la nacionalización de las AFJP, la ley de matrimonio igualitario, el proyecto de participación en las ganancias en las empresas, etcétera. Aquí, nos encontramos cuando fallece el ex presidente Néstor Kirrchner, seguro ganador, según las encuestas, de las elecciones de 2011.

Es indudable que el gobierno y las clases populares quedamos sin una gran figura, que fue el doctor Kirchner, y que debemos seguir profundizando el rumbo iniciado por él, y que continúa su esposa. No debemos darle tregua a la oligarquía vendepatria. Ahora más que nunca es conveniente organizarnos y seguir profundizando la metodología de las movilizaciones populares para frenar el avance del enemigo oligárquico-imperialista. Y también seguir sumando fuerza al frente nacional, apuntando a la concreción de la alianza estratégica de la clase obrera y las clases medias, señalada por nuestra tesis, como una alianza indestructible, para lograr la emancipación nacional y social definitiva de nuestra Patria, en el marco de una América Latina unida.

*Artículo publicado en Tiempo Argentino, escrito por RobertoVera, militante de Patria y Pueblo - Izquierda Nacional

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